El presidente Biden está intentando reconfigurar la deteriorada relación de Estados Unidos con China para que sea tanto competitiva como cooperativa. Su administración ha tenido un comienzo difícil.
En dos días de conversaciones que concluyeron el viernes en Anchorage, dos de los funcionarios más importantes de Biden intercambiaron críticas con sus homólogos chinos y no mostraron ningún signo de acuerdo sobre numerosos temas pendientes, desde el comercio hasta los derechos humanos.
Aún así, a pesar del tono frígido y a veces revoltoso de las primeras reuniones cara a cara de la administración Biden con China, el presidente dijo que estaba satisfecho con los procedimientos hasta el momento.
“Estoy muy orgulloso del secretario de Estado”, dijo Biden en la Casa Blanca el viernes cuando partía hacia Atlanta.
La escena en Alaska a la que se refería Biden era bastante diferente del habitual encuentro y saludo de apertura cortés y anodino. En cambio, los representantes de los dos países se lanzaron a recriminaciones mutuas en intercambios sorprendentemente poco diplomáticos.
El secretario de Estado Antony Blinken enumeró rápida y deliberadamente varias de las políticas atroces de Beijing, incluida la dura represión de China contra los musulmanes uigures, los ataques cibernéticos contra Estados Unidos y la agresión contra Taiwán, acciones que “amenazan el orden basado en reglas que mantiene la estabilidad global.
“Es por eso que no son meramente asuntos internos y por qué sentimos la obligación de plantear estos temas aquí hoy”, dijo Blinken al comienzo de las conversaciones el jueves.
El jefe de la delegación china, el jefe de política exterior del Partido Comunista, Yang Jiechi, lanzó una larga refutación, ensalzando las virtudes de lo que llamó democracia al estilo chino y respeto por los derechos humanos y descartando “lo que defienden un pequeño número de países de el llamado orden internacional ‘basado en reglas’ ”.
El jefe de asuntos exteriores del Partido Comunista de China, Yang Jiechi, en el centro, habla en las conversaciones en Anchorage el jueves. Atacó el historial estadounidense en materia de derechos humanos y advirtió contra “desviar la culpa”.
(Associated Press)
Yang atacó el historial de derechos humanos de Estados Unidos y su confusión interna por el racismo, la violencia y otros problemas. Afirmó que las “encuestas” mostraron que los estadounidenses tienen muchas dudas sobre su democracia, mientras que los líderes chinos siguen siendo muy populares entre la gente de su nación. Y pidió a Estados Unidos que dejara de intentar exportar su versión de la democracia.
“Los desafíos que enfrenta Estados Unidos en materia de derechos humanos están profundamente arraigados”, dijo Yang. “No solo surgieron en los últimos cuatro años, como Black Lives Matter. No surgió solo recientemente. Así que esperamos que para nuestros dos países, sea importante que gestionemos bien nuestros asuntos respectivos en lugar de desviar la culpa a otra persona en este mundo ”.
El ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, lo siguió de manera similar, atacando a Estados Unidos por imponer nuevas sanciones a los funcionarios chinos en vísperas de la reunión de Anchorage, como castigo por infringir los derechos de los ciudadanos de Hong Kong.
Blinken replicó que, a diferencia de China, Estados Unidos “reconoce nuestras imperfecciones” y afronta “esos desafíos abierta, pública y transparentemente, sin tratar de ignorarlos, sin pretender que no existen, sin tratar de esconderlos bajo la alfombra”. “
El secretario de Estado Antony Blinken escucha mientras el asesor de seguridad nacional Jake Sullivan habla en la sesión de apertura de conversaciones en Anchorage.
(Associated Press)
A medida que los intercambios se volvían más acalorados, los funcionarios chinos tamborileaban con los dedos sobre la mesa mientras los delegados estadounidenses se pasaban furiosamente mensajes garabateados entre sí.
Varias veces, el personal de la organización intentó sacar a los reporteros de la reunión, solo para que los líderes estadounidenses o chinos les ordenaran que se quedaran mientras respondían una vez más a los comentarios del lado opuesto.
Más tarde, la delegación de Estados Unidos dio el paso inusual de criticar a los funcionarios chinos por violar el protocolo al hablar mucho más allá de las declaraciones acordadas de dos minutos. La delegación china “parece haber llegado con la intención de ser grandilocuente, centrada en la teatralidad pública y la dramaturgia sobre la sustancia”, dijo un alto funcionario de la administración de Biden bajo condición de anonimato de acuerdo con las reglas burocráticas.
Las conversaciones se reanudaron el jueves por la noche y estaban programadas para continuar el viernes. Estas sesiones estuvieron cerradas a la prensa y los funcionarios estadounidenses las describieron como “sustantivas y serias”.
Bajo el presidente Trump, las relaciones entre Washington y Beijing se desplomaron. Trump culpó a China de propagar el coronavirus en todo el mundo, golpeó los productos chinos con aranceles altos e impuso sanciones económicas a una amplia gama de personas y empresas chinas, como castigo por comerciar con Irán, ayudar a Corea del Norte y maltratar a sus minorías.
En sus últimos días, la administración Trump calificó la represión china de los uigures como un genocidio. La administración Biden ha estado de acuerdo con esa evaluación, pero también ha expresado su confianza en que podría enfrentar a China con una “dura competencia” y al mismo tiempo cooperar en el cambio climático y las crisis de salud global.