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Por Sylvain Charlebois
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No fue una buena semana si eres un consumidor con un presupuesto ajustado, y ese grupo incluye a la mayoría de nosotros. Los consumidores están bajo ataque en este momento, literalmente.
Acabamos de enterarnos de que la tasa de inflación de los alimentos en Canadá alcanzó un récord del 9,7 % en mayo.
Todo el mundo está notando precios más altos en los alimentos y ninguna sección de la tienda de comestibles es inmune a lo que está pasando. Lo que está afectando a Canadá es un fenómeno global y los precios de los alimentos no van a bajar pronto.
El mundo verá un déficit en la producción de materias primas este otoño, lo que podría impulsar los precios aún más en todo el mundo. Los problemas de la cadena de suministro, junto con un nuevo ciclo inflacionario desencadenado por el conflicto de Ucrania, están afectando la capacidad de la industria alimentaria para llenar los estantes.
El cambio es tan increíblemente brusco que muchos vendedores no pueden ponerse de acuerdo con los tenderos sobre los precios, lo que los empuja a suspender sus negocios, como vimos con Frito Lay y Loblaws a principios de este año. Hay muchos stop-sell por ahí.
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El cuadro macroeconómico es una cosa. Pero algunas políticas en Canadá solo están empeorando las cosas.
La Comisión Canadiense de Productos Lácteos, una corporación de la corona, creía que era necesario un segundo aumento en el precio de la leche para los productores de leche. A principios de esta semana, supimos que los precios de la leche en la granja volverán a subir un 2,5 % después de un aumento récord del 8,4 % en febrero.
El aumento de este invierno fue tan severo que la mayoría de las alternativas lácteas ahora tienen el mismo precio que la leche o menos. Esta vez, Dairy Farmers of Canada, uno de los grupos de presión más poderosos del país, solicitó otro aumento a mitad de año debido a “circunstancias excepcionales”, sin decirnos de dónde provienen los datos.
Para colmo de males, la decisión de la comisión de aumentar los precios de la leche fue tomada por un organismo público federal que operó durante varios meses sin su complemento completo en la junta. La junta solo tiene dos miembros, dos, y ambos están en la producción lechera.
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Los conflictos de interés en el sector lácteo son rampantes en la comisión, en la política o incluso en la academia. Muchos académicos de las universidades canadienses no son solo investigadores, sino esencialmente defensores de sus agencias de financiación que representan a la industria láctea.
El poder y la influencia de las juntas lecheras son increíbles. El hecho de que tanto Dairy Farmers of Canada como la Comisión Canadiense de Productos Lácteos sean uno es profundamente inquietante. Los consumidores canadienses necesitan ser escuchados.
Más canadienses empatizarían con los productores de leche que enfrentan costos de producción más altos, si la comisión compartiera más datos. La falta de divulgación se trata en gran medida de pedir a los canadienses que apoyen un sector lácteo ineficiente, más que de compensar adecuadamente a los agricultores.
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Para el otoño, este aumento recientemente anunciado dejará fuera del mercado la sección de productos lácteos en la tienda de comestibles y corremos el riesgo de perder muchas más granjas lecheras.
Ottawa también está presentando nuevas reglas de etiquetado para grasas saturadas, sodio y azúcar. El etiquetado de la parte delantera del paquete de Health Canada estaba muy retrasado, ya que hará que nuestros alimentos sean más saludables. Pero la nueva política también apunta a un producto clave de un solo ingrediente que muchos canadienses disfrutan: la carne molida.
La carne molida de res y cerdo son algunas de las fuentes de proteína animal más asequibles que tenemos en este momento. De acuerdo a lo que se está presentando, solo las carnes molidas extra magras están exentas del nuevo etiquetado. Si esto sigue adelante según lo planeado, las tiendas de comestibles dejarán de ofrecer carne molida más asequible, lo que hará que el mostrador de carne sea aún más caro.
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Ottawa es el peor enemigo del consumidor en este momento. Necesita pensar en algunas de estas políticas inoportunas que encarecerán aún más los alimentos. El llamado plan antiinflacionario del Ministro Freeland presentado recientemente no hará mucho por los canadienses en la tienda de comestibles.
Muchos esperaban exenciones fiscales, cualquier cosa para aliviar nuestra carga fiscal, como lo han hecho muchos países en los últimos meses.
Pero Freeland optó por hacer un anuncio de microondas, básicamente programas de ‘recalentamiento’ que ya están en marcha.
Recientemente, el secretario general de la OTAN afirmó que la guerra en Ucrania podría durar años. Por lamentable que sea esta evaluación, esto es en lo que Ottawa debe centrarse en el futuro previsible.
Los agricultores necesitan ayuda con insumos para prepararse para el otoño, el invierno y la próxima primavera. Ottawa también debería convertirse en uno de los defensores del comercio más influyentes del mundo y evitar que otros países acumulen alimentos.
Más proteccionismo nacionalista solo puede empeorar las cosas.
Sylvain Charlebois es profesor y director sénior del laboratorio de análisis agroalimentario de la Universidad de Dalhousie.