QUIVICÁN, Cuba — Cuando Julio César Núñez era niño, ayudó a su abuela a hacer casabe desde cero, utilizando herramientas artesanales y un antiguo método de cocción, para convertir la raíz de yuca rallada en un pan plano delgado, blanco y crujiente.
Hoy, Núñez, de 80 años, y una generación más joven de familiares en este pueblo al sur de La Habana, continúan con la tradición de cosechar y preparar el casabe a la manera ancestral, pero ya no es solo para consumo propio. Lo venden a pequeños comercios y restaurantes de la capital.
Casabe, un pan plano hecho de raíz de yuca, que también se llama mandioca, es una de las comidas indígenas más antiguas de Cuba. Está regresando a la nación isleña, con promotores y restaurantes promocionando sus beneficios como una alternativa sin gluten al pan y funcionarios que buscan su incorporación a la lista. preciada lista del patrimonio cultural inmaterial de la UNESCOla agencia cultural de la ONU.
“El casabe es una tradición amerindia que vino del norte de Sudamérica y llegó hasta las Antillas”, dijo a Noticias Sonia Virgen Pérez, presidenta del Consejo Nacional del Patrimonio de Cuba. “Llegó por el oriente de Cuba y se convirtió en un alimento importante que se ha transmitido de generación en generación”.
En marzo, Pérez encabezó una delegación de países, incluidos Cuba, República Dominicana, Venezuela, Honduras y Haití, para solicitar formalmente que la UNESCO incluya la tradición de cosechar yuca y preparar y consumir casabe en su lista de patrimonio cultural.
Casabe fue una parte clave de la dieta de los pueblos indígenas en el Caribe. También fue uno de los primeros productos nativos adoptados por los españoles a su llegada. Lo incorporaron a su dieta, en parte debido a su durabilidad. Puede durar meses una vez horneado.
Menos popular que sus primos latinoamericanos, la tortilla mexicana, tradicionalmente hecha de maíz, o la arepa venezolana, que tiende a ser más gruesa, el casabe se está abriendo paso cada vez más en los festivales culinarios e incluso en la comercialización con el tema del casabe. Entre sus ventajas, dice Pérez, está que su ingrediente principal, la raíz de yuca, se puede encontrar prácticamente en cualquier lugar del campo cubano.
“Casabe es sinónimo de fuerza y resiliencia”, dice.
Cuando se come, el casabe se asemeja a una galleta crujiente y algo seca que se puede acompañar con alimentos dulces, como coco azucarado, o carne y aves, siempre que la adición sea lo suficientemente húmeda para compensar la sequedad natural del casabe.
“Es uno de los platos más antiguos de nuestra cocina”, dice Yudisley Cruz, una economista de 45 años que es copropietaria de Yucasabi, un restaurante en La Habana que se especializa en platos a base de pan plano casabe. “Combina con todo”.
De vuelta en Quivicán, Núñez camina por la finca, mostrándole a un reportero algunas de las herramientas tradicionales que usa para hacer casabe como lo hacía su abuela, incluido un tamiz hecho de fibras naturales. A unos metros, su sobrino Agustín, de 40 años, ralla la raíz de yuca mientras el hijo de Agustín, Eriel, de 15 años, prepara con esmero las pequeñas tortas que luego se cocinan en un comal sobre fuego de leña.
Además de buscar el reconocimiento de la UNESCO, los entusiastas del casabe esperan que sea ampliamente aceptado como una comida saludable y sostenible que deleite el paladar de más personas mientras preserva una tradición indígena.
“No vamos a la guerra contra el pan. Solo queremos que la gente también coma casabe”, dice Cruz, el restaurador.
2023-06-05 17:36:03
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