Los dispositivos móviles cubren el mundo moderno con miles de millones de señales inalámbricas, una cifra que se espera que se multiplique una vez que la tecnología 5G sea común.
Orquestar esa sinfonía digital a menudo recae en los reguladores. Los funcionarios del gobierno redactan reglas para garantizar que las computadoras portátiles conectadas a Wi-Fi, los teléfonos inteligentes con capacidad 5G, las transmisiones de televisión y los satélites con transmisión de Internet puedan funcionar sin ahogar otras señales. Y pocos reguladores tienen más influencia que Jessica Rosenworcel, jefa interina de la Comisión Federal de Comunicaciones de EE. UU.
La FCC ha estado a toda marcha en los últimos meses, ya que miles de millones de dólares en inversiones en 5G imponen nuevas demandas a su personal. La pandemia de coronavirus ha complicado aún más las cosas al destacar a los millones de estadounidenses que carecen de acceso de banda ancha para el trabajo y la escuela.
“Nos han entregado algunos problemas para resolver”, dice la Sra. Rosenworcel, una comisionada desde hace mucho tiempo a quien el presidente Biden eligió en enero para dirigir la agencia. Los problemas pasados incluyen batallas territoriales entre las agencias gubernamentales y el lento reconocimiento de los responsables políticos de la necesidad de un espectro de rango medio con capacidad para 5G.
Las primeras subastas centradas en 5G de la FCC vendieron licencias de onda milimétrica, que admiten conexiones a Internet extremadamente rápidas pero sufren en largas distancias. La Sra. Rosenworcel dice que las autoridades estadounidenses tardaron en reconocer la importancia económica de las frecuencias más intermedias, aunque el gobierno ahora está recuperando el tiempo perdido.
.