Los jefes ferroviarios están elaborando planes de emergencia para detener lo que se espera que sea la huelga ferroviaria más grande en la historia moderna, dejando los estantes de los supermercados vacíos y las bombas de gasolina secas.
Los barones sindicales están conspirando para desatar el caos en un esfuerzo por bloquear los planes para eliminar miles de puestos de trabajo de mantenimiento y asegurar aumentos salariales porcentuales de dos dígitos para su personal.
El sindicato de trabajadores ferroviarios, marítimos y de transporte (RMT) está a mitad de una votación para la acción de huelga de los trabajadores de los operadores de trenes y Network Rail, y la votación debe cerrar el martes.
Manuel Cortés, presidente de la Asociación de Personal Asalariado del Transporte (TSSA), prometió la mayor interrupción desde la Huelga General de 1926, ya que su sindicato también consulta a los afiliados.
La crisis que se avecina ha obligado a los ejecutivos ferroviarios a redactar una serie de medidas destinadas a minimizar la interrupción y el daño económico que podría causar una huelga. La acción industrial puede comenzar tan pronto como el 7 de junio.
Los planes incluyen dar prioridad a los trenes de carga sobre los servicios de pasajeros para evitar una posible escasez de alimentos y combustible, incluso mediante la introducción de horarios en los que las vías están reservadas para mercancías, informó The Times.
Otras medidas podrían incluir la capacitación de los gerentes para despachar trenes y que Network Rail trabaje con los operadores en un horario esquelético de 12 horas para mantener en funcionamiento los servicios clave, según los informes.
No está claro si cualquier huelga se llevaría a cabo como una gran acción o como una serie de huelgas continuas.
Se espera que Grant Shapps, el secretario de transporte, se reúna con el primer ministro la próxima semana para discutir el problema.
Los ministros temen que una huelga nacional en Network Rail, particularmente una que involucre a los señaleros, cause la mayor interrupción y los servicios tendrían que ser “drásticamente” más pequeños de lo normal, informó el Financial Times.