Anticipándose a una acusación federal por tráfico sexual, el magnate del hip-hop Sean “Diddy” Combs pagó la hipoteca de 18,8 millones de dólares de su opulenta mansión de 48,5 millones de dólares en Star Island justo antes de que se presentaran cargos en su contra.
Esta maniobra estratégica, que anticipaba los procedimientos penales, surgió durante una reciente audiencia de fianza en la que los fiscales afirmaron que Combs organizaba “Freak Offs”, fiestas salvajes llenas de drogas en las que participaban víctimas femeninas y trabajadores sexuales masculinos. Los agentes federales allanaron su propiedad de Star Island en marzo y descubrieron sustancias como drogas, aceite de bebé y lubricantes, que supuestamente se utilizaban durante estas reuniones. Poco después, un gran jurado lo acusó de tráfico sexual, conspiración para cometer crimen organizado y transporte ilegal para actividades sexuales, cargos de los que Combs se declaró inocente.
En un intento por conseguir la fianza, el equipo legal de Combs, encabezado por Marc Agnifilo, propuso una fianza de 50 millones de dólares, utilizando la casa de Star Island como garantía y respaldada por seis pasaportes de Combs y su familia para demostrar que no existía riesgo de fuga. A pesar de esto, el juez denegó la libertad bajo fianza, citando preocupaciones de posible violencia, fuga o interferencia en la investigación en curso.
La decisión de Combs de cancelar la hipoteca fue probablemente una táctica para aprovechar la Ley de Viviendas de Florida, una ley que protege a los propietarios de viviendas de perder el valor de su residencia principal independientemente de los problemas legales. Esta misma ley le permitió a O.J. Simpson conservar su casa en Florida a pesar de una sentencia de 100 millones de dólares en su contra. Al liquidar su hipoteca, Combs aseguró la protección de su principal activo contra cualquier ramificación legal.
La audiencia sobre la fianza arrojó luz sobre el extravagante estilo de vida de Combs. Su mansión de Star Island, comprada por 14,5 millones de dólares en 2003, se ha transformado desde entonces en una extensa finca de 14.800 pies cuadrados, con varias piscinas, un spa y casas estilo cabaña junto a la piscina, que ahora está valuada en 48,5 millones de dólares.
Combs canceló la hipoteca de la mansión en agosto, en previsión de complicaciones legales. Aunque se reconoció que se trató de una mala decisión comercial, fue un esfuerzo calculado para ganarse la confianza del tribunal.
Star Island, un enclave exclusivo de 55 acres habitado por multimillonarios y celebridades, no es ajeno a los residentes de alto perfil. Combs, quien adquirió otra mansión al lado por $35 millones en 2021, eligió solo su residencia principal para la propuesta de fianza, que finalmente fracasó.
Sean “Diddy” Combs, una figura prominente en la industria de la música y el entretenimiento, también conocido por alias como Puff Daddy y P. Diddy, enfrenta serias acusaciones que podrían empañar su legado. Nacido en Harlem en 1969, Combs saltó a la fama como productor musical y empresario en la década de 1990, estableciendo Bad Boy Records y lanzando las carreras de artistas como The Notorious BIG, Faith Evans y Mase. Más tarde se expandió al mundo de la moda con su línea de ropa Sean John, a los licores a través de Ciroc Vodka y a los medios de comunicación con REVOLT TV, amasando un imperio multimillonario.
Combs ahora está involucrado en un caso federal que alega su participación en “freak-offs”, descritos como reuniones con carga sexual celebradas en hoteles de lujo. Los fiscales afirman que participó en actividades sexuales coercitivas, abusivas y delictivas en estos eventos. La acusación detalla los cargos de tráfico sexual, crimen organizado, incendio provocado, soborno, secuestro y obstrucción de la justicia. Describe que estos “freak-offs” involucraban prostitutas, uso excesivo de drogas y cantidades sustanciales de aceite para bebés, todo grabado en video por Combs, quien supuestamente usó las imágenes para mantener el control sobre los participantes. Se informó que algunas personas estaban tan agotadas físicamente por estos eventos que necesitaron líquidos intravenosos para recuperarse, y un equipo de limpieza luego restauró las habitaciones del hotel.
En el centro del caso está Cassie Ventura, cantante y exnovia de Combs, que presentó una demanda civil alegando años de abuso y participación forzada en los “freak-offs”. Su demanda detalla cómo Combs le ordenó usar aceite en exceso, relacionarse con prostitutas y filmar los encuentros como “proyectos de arte personal”, incluso ajustando la iluminación para lograr el efecto. Ventura resolvió su demanda un día después de presentarla, pero sus afirmaciones dieron lugar a una investigación más amplia, lo que animó a otros a presentar acusaciones similares.
Estas acusaciones coinciden con un debate cada vez más intenso sobre el poder, el consentimiento y la igualdad de género, especialmente a raíz del movimiento #MeToo. El caso ha provocado debates sobre cómo las figuras poderosas explotan su influencia y cómo la sociedad aborda las acusaciones que involucran a individuos ricos y de alto perfil. Algunos políticos han utilizado este caso para abogar por leyes más estrictas sobre el tráfico sexual y un mejor apoyo a las sobrevivientes, mientras que otros destacan la importancia de la rendición de cuentas independientemente del estatus o la riqueza.
El equipo legal de Combs niega todas las acusaciones y afirma que los “encuentros” fueron consentidos. Su abogado, Marc Agnifilo, afirma que las entrevistas con hombres identificados como trabajadores sexuales en la acusación no revelaron ninguna prueba de coerción. Sin embargo, las acusaciones han sometido a Combs a un intenso escrutinio público, y muchos han expresado su decepción con él, dada su condición de icono cultural y defensor de la justicia social. Sus emprendimientos comerciales también han sentido el impacto, y algunos socios se han distanciado de ellos.
A medida que avanza el caso, sigue siendo un tema importante en las discusiones sobre la dinámica de poder, los estereotipos raciales y el sistema de justicia penal, especialmente en medio de los debates sociales y políticos en curso.

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