Eso es todo. Esta es nuestra recompensa por 16 meses que vieron el mundo al revés.
Dieciséis meses en los que los metrónomos más confiables que dictaban nuestra rutina semanal se detenían por completo durante tres meses, antes de regresar de una manera extraña: sin fanáticos, entrenadores enmascarados en los bancos y ecos en lo que alguna vez fueron ruidosas tiendas de campaña hechas de ladrillo y acero. Dieciséis meses durante los cuales nos dimos cuenta de que el juego es realmente la más importante de las cosas sin importancia en nuestras vidas.
Podemos prescindir de él, seguro. Lo probamos. Pero somos mucho más ricos con eso.
Y ahora obtenemos dos finales de marcas reconocidas como nuestra recompensa.
– Olley: Inglaterra exorciza demonios en la victoria sobre Dinamarca
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Brasil vs. Argentina el sábado en la Copa América e Italia vs. Inglaterra en la Euro. Entre ellos, son 12 Copas del Mundo y 24 campeonatos continentales. Es Neymar contra Lionel Messi. Es Italia que no juega como Italia contra Inglaterra, no juega como Inglaterra.
Es un fin de semana de primer nivel, una despedida antes de las vacaciones de verano, con la esperanza de que cuando regrese el fútbol de élite en agosto, se parezca aún más a lo que una vez conocimos como normal.
No se equivoque: esto no significa que la pesadilla haya terminado. Ya hemos perdido 4 millones de nuestros seres queridos. Cuatro millones de hijos, hijas, hermanos, hermanas, padres, madres, abuelas, abuelos, amigos, colegas y extraños. Ayer mismo en Reino Unido, que acogió las semifinales de la Eurocopa 2020 y albergará la final, hubo 32.356 nuevos contagios, a pesar de tener una de las tasas de vacunación más altas del mundo. Por contexto, eso sería como Estados Unidos, que tiene aproximadamente cinco veces la población, registrando 160.000 casos, que es donde estaba el país en enero.
No sabemos lo que vendrá. Confiamos en el poder de la ciencia, el intelecto de los investigadores y la sabiduría de nuestros líderes electos. Esperamos lo mejor.
Puede que la pandemia haya dominado, pero no olvidemos la otra amenaza existencial para el juego tal como lo conocemos: la Superliga. Hace menos de 12 semanas, 12 clubes anunciaron que iban a cambiar el orden establecido y rediseñar la estructura misma del juego en función de sus objetivos y prioridades miopes. La rebelión duró 48 horas, detenida en seco por un frente unido que incluía principalmente a aficionados, pero también a medios, UEFA, FIFA, jugadores, entrenadores, gobiernos y cientos de clubes. Interesados es como los llamamos. Pero tenían poco interés en el proyecto ultrasecreto que se había tramado, el que cambiaría el juego para siempre.
Esa amenaza tampoco ha terminado. Tres de los 12 “clubes fundadores” – Juventus, Real Madrid y Barcelona – persisten con su plan, el sitio web todavía está activo, aún con los escudos y nombres de clubes, incluso los que dicen que se han retirado. Las próximas batallas en la guerra por el control del deporte aún no han llegado, y se librarán en los tribunales, no en los campos.
Mientras tanto, podemos reflexionar sobre este fin de semana y sonreír. Tenemos dos finales importantes, cada una empapada de historia y trasfondo.
Messi o Neymar, antes compañeros de equipo en el Barcelona, ahora rivales, siempre unidos en la genialidad, ganarán su primer gran trofeo internacional. Lo harán en el Maracaná, donde una vez protagonizó Pelé y donde la multitud más grande jamás se reunió para ver un partido de fútbol: 199.854, según la FIFA, vieron a Uruguay romper los corazones de Brasil en la final del Mundial de 1950. Habrá un pequeño número en las gradas este fin de semana, con 6.500 autorizados para asistir.
Luego, en Wembley, donde Inglaterra ganó su único gran trofeo internacional hace 55 años, los Tres Leones de Gareth Southgate intentarán hacer historia y demostrar que, como dice su himno, el fútbol ha vuelto a casa. Es una Inglaterra diferente, construida sobre solidez defensiva y disciplina táctica, pero también respeto, humildad e inclusión.
Italia, por su parte, intentará enmendar la humillación de perderse la Copa del Mundo 2018. Esto Azzurri El lado también es diferente. Atrás quedó la defensa profunda, el contraataque y la paciencia para el momento de inspiración de un Roberto Baggio o un Paolo Rossi en el otro extremo.
En cambio, el entrenador Roberto Mancini ha reunido un equipo que juega como Italia supuestamente nunca jugaría, algunos dirían que nunca podría jugar: uno que se basa en dominar el mediocampo, exigir el balón y tomar riesgos en ambos extremos del campo. Llevan 33 partidos sin derrotas. Si el domingo va según lo planeado, no solo serán campeones de Europa, estarán a un partido de igualar el récord de todos los tiempos de España.
Es el fin de semana más importante del fútbol internacional de este lado de la Copa del Mundo. Disfrutemoslo. Nos lo hemos ganado.
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