Hay un tema predominante en las películas de Wes Anderson que va más allá de su estilo meticuloso. Es su amor por los bichos raros.
El cineasta Wes Anderson no hace películas para todos.
Su estilo idiosincrásico (piensa en un diseño de producción meticuloso, al estilo de un diorama, un ritmo recortado pero lánguido en sus diálogos) en películas como El Gran Hotel Budapest, Rushmore y Los Tenenbaums reales, significa que tiene tantos detractores como fanáticos fervientes.
Sus críticos encuentran su estilo extravagante, mientras que sus devotos lo consideran una fuerza creativa singular cuyo arte visual solo se compara con el amor de Anderson por la nostalgia y la precisión.
Y esa nostalgia está impregnada El despacho francés, rasgo inspirado en su afición por la escritura, concretamente en El neoyorquino revista.
Como una oda a los escritores y periodistas que han adornado la venerable publicación a lo largo de los años, El despacho francés casa eso con la francofilia de Anderson para crear una película sobre adorables bichos raros.
Vívido y delicioso, El despacho francés se compone de un relato enmarcado y una antología de tres relatos breves. Es una curiosa muñeca babushka de narración en la que puede haber una obra de teatro dentro de una historia dentro de una función.
Ambientada en una ciudad francesa ficticia llamada Ennui-sur-Blasé, la historia enmarcada es el de una revista literaria llamada El despacho francés, editado por Arthur Howitzer (Bill Murray), quien fundó la revista mientras viajaba cuando era joven.
Los tres cuentos son los que se publican en la edición actual.
La primera es “The Concrete Masterpiece”, una historia sobre el prisionero homicida Rosenthaler (Benicio Del Toro) que crea encantadoras obras de arte de su musa y amante, un guardia de la prisión llamado Simone (Lea Seydoux) y el marchante de arte (Adrien Brody) con un bolsillo lleno de castañas confitadas que lo convierte en una sensación.
El segundo es “Revisiones a un Manifiesto”, ambientado durante las protestas estudiantiles de la década de 1960, centrado en la escritora (Frances McDormand), que se involucra con uno de los revolucionarios (Timothee Chalamet). Es una historia sobre el idealismo juvenil y la soledad.
Por último, está “El comedor privado del comisionado de policía”, un recuerdo de un escritor (Jeffrey Wright) de la noche en que fue invitado a degustar los platos del legendario oficial de policía y chef Lt Nescaffier (Stephen Park) cuando el comisionado de policía (Mathieu Almaric) hijo es secuestrado por un criminal (Edward Norton).
Otros en el enorme elenco incluyen a Owen Wilson, Tilda Swinton, Elisabeth Moss, Liev Schreiber, Saoirse Ronan, Cecile de France, Christoph Waltz y Bob Balaban, además de los talentos de doblaje de Anjelica Houston.
Cada viñeta tiene su propio encanto y, aunque parece, al principio, no hay un hilo entre ellos, son, como la mayoría del trabajo de Anderson, sobre forasteros, aquellos que marchan al ritmo de su propio tambor.
Tomemos, por ejemplo, la tercera historia sobre el chef, el teniente Nescaffier. Tanto él como el escritor / narrador de ese cuento, Roebuck Wright (inspirado en personajes como James Baldwin y AJ Liebling) son extranjeros en Ennui-sur-Blasé, y se conectan por esa sensación de no querer ser una decepción.
Anderson siempre ha abrazado a sus personajes forasteros, desde el quisquilloso Max en Rushmore al hosco jefe de Isla de los perros – él tiene un gran amor por ellos, y esa devoción es evidente en todos los chiflados en El despacho francés. Sí, incluso el asesino Rosenthaler.
Eso es lo que hace que las películas de Anderson sean tan hermosas para pasar el tiempo en ellas. Anderson ama a sus personajes tanto como Arthur Howitzer a sus escritores.
Por supuesto, es la especificidad de su estilo, esos cuadros creativos como los deslumbrantes imitaciones de fotogramas congelados en El despacho francés o sus muchos guiños al cine francés clásico, como el sombrero de punta a Jacques Tati Mi tío en la secuencia de apertura. Y resulta que Anderson puede hacerlo tan bien en blanco y negro como en color.
Pero realmente, es que Anderson elabora tiernamente dulces imaginativos con cautivadores excéntricos cuya compañía es puro placer.
Clasificación: 4/5
The French Dispatch está en los cines el jueves 9 de diciembre
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