HACE UNAS POCAS SEMANAS, fui a comprar un vino que pudiera hacerme reír. Y si no reír, al menos sonreír un poco.
No me refiero a vinos baratos y alegres con nombres pegadizos y animales de dibujos animados en las etiquetas (aunque encontré muchos), sino a vinos de productores talentosos que tienen sentido del humor. Parecía un esfuerzo apropiado para esta época del año, cuando muchas personas buscan beber vinos más ligeros. ¿Por qué no un vino que también sea alegre?