BEIJING — En un cambio brusco, China ha anunciado una serie de medidas que revierten algunas de las restricciones anti-COVID-19 más draconianas.
El anuncio del miércoles incluye limitar la escala del cierre a pisos y edificios de apartamentos individuales, en lugar de distritos y vecindarios completos.
Las personas que den positivo en la prueba del virus podrán aislarse en casa en lugar de en hospitales de campaña superpoblados e insalubres, y las escuelas donde no ha habido brotes deben volver a la enseñanza presencial.
El anuncio sigue a las recientes protestas callejeras en varias ciudades por la estricta política “cero-COVID” que ahora entra en su cuarto año, a la que se ha culpado de alterar la vida cotidiana, los viajes y el empleo al tiempo que asesta un duro golpe a la economía nacional.
China ha tratado de mantener la política de línea dura mientras mantiene en marcha la segunda economía más grande del mundo, pero la frustración pública con las restricciones parece haber influido finalmente en la opinión de los funcionarios que habían defendido el COVID cero como superior al enfoque de las naciones extranjeras que han abierto con la esperanza de aprender a vivir con el virus.