China ha presionado mucho para ser autosuficiente en semiconductores, y las empresas de chips respaldadas por el estado han recaudado enormes sumas. Pero las ambiciones de Beijing también dependerán en última instancia del vibrante sector privado del país.
Los líderes chinos han incluido los semiconductores avanzados entre las tecnologías centrales que ven como puntos de estrangulamiento vulnerables a la presión extranjera, un problema claramente demostrado por la saga de Huawei. China no puede producir los chips de mayor rendimiento, y no puede hacerlo sin las tecnologías estadounidenses, en particular en equipos de fabricación de chips y software de diseño.
El gobierno ha invertido miles de millones en el sector, ha creado fondos nacionales de chips y ha otorgado créditos fiscales a las empresas de semiconductores. En 2020 se registraron más de 50.000 nuevas empresas chinas relacionadas con semiconductores, más del triple que en 2015. El principal fabricante de chips de China, Semiconductor Manufacturing International Corp., dijo este mes que gastaría 2.350 millones de dólares para construir una fundición en Shenzhen con el gobierno de la ciudad.
Una consecuencia es un gran desperdicio de capital. Un ejemplo reciente: Hongxin, una estrella en ascenso en Wuhan con el respaldo del gobierno local, se ha quedado sin dinero. Muchas empresas chinas sufrirán destinos similares, pero un puñado puede terminar logrando algunos avances, como lo hicieron en paneles solares y vehículos eléctricos. Sin embargo, es probable que lleve mucho más tiempo ponerse al día en chips, dado que las tecnologías clave se mantienen firmemente fuera del país.
Es importante destacar que no son solo las pesadas empresas estatales las que están detrás del esfuerzo. Las empresas privadas que compran grandes cantidades de chips también tienen un incentivo para financiar a los proveedores nacionales, dadas las crecientes tensiones geopolíticas.
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