Este jueves 18 se celebra el Día Nacional del Libro Infantil, fecha que honra el natalicio de Monteiro Lobato, pionero de la literatura infantil brasileña. Además de su famosa contribución a la literatura, Lobato tuvo una etapa menos conocida en el derecho, sirviendo brevemente como fiscal.
Nacido en Taubaté/SP, en 1882, José Bento Monteiro Lobato siguió los deseos de su abuelo, el vizconde de Tremembé, y se licenció en Derecho por la Facultad del Largo de São Francisco. Con el diploma en mano, en 1905, Lobato regresó a Taubaté y postuló para el cargo de fiscal, comenzando poco después a prestar servicios en la ciudad de Areias.
Tras la muerte de su abuelo, a principios de 1911, Lobato abandonó su carrera jurídica para dedicarse a la vida de agricultor y escritor. Fue durante este período que comenzó a publicar cuentos, crónicas y críticas, consolidándose como un reconocido escritor.
Aunque su carrera en el Derecho fue corta, de 1907 a 1911, Monteiro Lobato también dejó su huella en los anales jurídicos.
Monteiro Lobato se desempeñó por un breve período como fiscal.(Imagen: Reproducción)
un poco de hueso
En un artículo, el historiador João Gabriel Rosa de Almeida afirma que, a principios de la década de 1930, el periodista Eurico Pereira Penna escribió, en el periódico regional O Cruzeirense, críticas al ex fiscal Lobato, por actitudes consideradas “injusto con la gente acogedora de Areias“.
Lobato quería ser designado para un distrito próspero, contando con la influencia política de su abuelo, el vizconde de Tremembé, según reveló el autor a su amigo de colegio Godofredo Rangel en una carta.
“Soy designado fiscal del distrito de Areias, que debe ser en algún lugar. Pero reverencia, pues, amigo, cuando escribas al Lobato. Exijo DD. en el sobre. Soy DD. Fiscal Areías, ciudad que existirá positivamente. Ciento tantos candidatos para este pequeño hueso […]. Una carta de mi abuelo al general Glicerio fue un activo decisivo. De allí -de Areias- pasaré a una región de Terra Roxa, la tierra bendito donde se gana dinero…“
(Imagen: Reproducción)
Se sabe que el libro “Ciudades Muertas” se inspiró en el municipio de Areias, a partir del cual el autor creó las ciudades de fantasía de Itaoca, Itapuca y Oblivion. En la obra, Lobato retrata el estancamiento socioeconómico de la región de Vale do Paraíba.
carta
El mayor registro de la figura del fiscal Lobato fue una carta, de junio de 1907, en la que explicaba por qué debía ser condenado el menor João Baptista de Oliveira.
En él, Monteiro Lobato registra que las pruebas contenidas en el caso confirman la culpabilidad del menor y excluyen la de otro menor, Sebastião José da Silva.
“João, hijo de un alcohólico confeso y de una mujer notoriamente reconocida como tal, expía la desastrosa herencia de sus antepasados, revelando la cara de un degenerado en segundo grado, revelando una tendencia a continuar el trabajo de autoenvenenamiento, demostrando un embrutecimiento cerebral. y la incapacidad de asimilar […] y denotando el incipiente predominio de instintos antisociales punibles.“
Lobato destaca que la detención estaría justificada ya que la vida familiar del menor lo llevaría a seguir delinquiendo, y aporta elementos lombrosianos para explicar la práctica de delitos por parte del joven, como “Inclinación congénita hacia el alcohol estimulada por el ejemplo circundante.“Eso te haría progresar”en su terrible obra de degeneración“.
No se menciona el motivo por el cual el joven fue procesado.
monstruo teratológico
Mientras esperaba su traslado a un distrito más grande, Lobato comenzó a ejercer la abogacía en la ciudad. El entonces fiscal fue contratado para defender a la firma Gonçalves & Ferreira contra la reclamación de una deuda protestada por João da Costa e Sá.
Lobato salió victorioso.
En los motivos finales, dos curiosas palabras burlaban las acusaciones contra sus clientes: “urupês” y “olvido”. Uno de ellos daría el nombre a su primer libro nacional; el otro, derivado del latín, significa “olvido” y fue utilizado, años más tarde, para nombrar una de las ciudades del libro “Ciudades Muertas”.
“[…] Esta acción es un monstruo teratológico. […] Las monstruosidades brotarán como urupês sobre madera podrida, después de un día de lluvia. Ilmo. Juez, vea en este rápido análisis que los demandados tenían razón al calificar, al principio de esto, esta acción como un monstruo teratológico. No tiene piernas, ni brazos, ni cabeza. Y se lo merecía, en lugar de olvido de la estantería de un dependiente, para aparecer en el Museo de Ipiranga, dentro de un gran vaso de alcohol.“
En 1911, la muerte de su abuelo interrumpió la carrera jurídica de Lobato, quien, habiendo heredado una finca del vizconde de Tremembé, abandonó la profesión para convertirse en agricultor.
“Voy a vivir la vida libre de un granjero, criaré cerdos en lugar de procesar a los acusados, viviré como un animal o un árbol en lugar de como un sombrero de rana que el Dr. Washington mueve de aquí para allá.“, le confesó a Godofredo desde Minas Gerais.