Durante más de 60 años, una dictadura ha impuesto un sistema violentamente opresivo al pueblo cubano. Sus abusos contra los derechos humanos empeoraron bajo la política de apaciguamiento de la administración Obama-Biden. En medio del “deshielo” en las relaciones, las detenciones políticas documentadas aumentaron a 9.940 en 2016 desde 8.616 en 2015. El régimen de Castro se llenó los bolsillos y amplió su maquinaria de represión.
La malignidad se ha extendido más allá de la isla. Después de modernizar los servicios militares y de inteligencia venezolanos, Cuba lideró los esfuerzos para sostener al régimen ilegítimo de Nicolás Maduro y apoyó sus abusos, que reflejan los llevados a cabo contra el pueblo cubano. El informe del Departamento de Estado de 2020 sobre Venezuela destaca la tortura, las detenciones arbitrarias y las ejecuciones extrajudiciales, abusos que “equivalían a crímenes de lesa humanidad”, encontraron investigadores designados por la ONU.
La dictadura cubana también trabajó con Hezbollah, un representante terrorista de Irán, para apuntalar al régimen de Maduro. En Cuba, los terroristas encuentran refugio. El régimen rechazó las solicitudes de extradición de Colombia luego de un atentado con bomba en 2019 que mató a 22 personas. Según los informes, el régimen cubano también alberga fugitivos estadounidenses como la asesina de policías terrorista Joanne Chesimard, el asesino secuestrador Ishmail Muslim Ali y el fabricante de bombas terrorista William Morales. Inexplicablemente, la administración Obama eliminó a Cuba como estado patrocinador del terrorismo en 2015. Este enero, la administración Trump corrigió ese error.
No olvidemos que los atentados de 2016 y 2017 contra diplomáticos estadounidenses en La Habana siguen sin resolverse. Muchos empleados estadounidenses y sus familias sufrieron lesiones cerebrales debilitantes.
El régimen cubano es el único responsable de las sanciones estadounidenses. Según la Ley Libertad de 1996, las sanciones terminarán si el presidente de los Estados Unidos certifica que se está produciendo una auténtica transición democrática en Cuba. Las condiciones básicas incluyen la liberación de todos los presos políticos; legalización de medios independientes, partidos políticos y organizaciones comerciales; y elecciones multipartidistas libres y justas. Hasta entonces, Estados Unidos debe demostrar solidaridad con el pueblo cubano, lo que incluye duras sanciones a sus opresores. Instamos al presidente Biden a respetar las sanciones impuestas por la Ley Libertad, legislación por la que votó hace años, en lugar de reanudar la política de apaciguamiento.
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