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El hecho de que haya visto el accidente mortal desde lejos sigue resonando.
“Fui al funeral en Brasil, al igual que los demás conductores”, comparte Boutsen. “Sólo allí sentías lo popular que era. Hizo mucho por Brasil. Senna era un mensajero de Dios”.
El funeral de Estado y los tres días de luto nacional también lo demostraron. Senna era un ícono en Brasil. Alguien que te hizo olvidar las preocupaciones de la vida cotidiana y conmovió a las masas.
Su pérdida fue grande, pero tuvo una consecuencia positiva para el automovilismo. “Su muerte dejó una gran conmoción, que finalmente condujo a una evolución hacia la seguridad.”
Un legado seguro, que la actual generación de conductores agradece a Senna, 30 años después.