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Los recientes descubrimientos en las escuelas residenciales de Canadá deberían generar algo más que simpatía e indignación.
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Cuando han ocurrido atrocidades como esta en otros países como Sudán, Kosovo, Polonia, Alemania y muchos otros, lo etiquetamos como genocidio. Siento que esto no es diferente.
Los administradores, maestros y funcionarios gubernamentales que estuvieron a cargo de estas instituciones deben rendir cuentas. Los cargos por negligencia, peligro de niños, abuso infantil y posiblemente incluso asesinato, creo que deben ser investigados a fondo.
Los discursos comprensivos del primer ministro o de otras personas que considero que son inútiles. Debe haber responsabilidad. No se equivoquen, se han cometido delitos en estas instituciones.
En una nota adicional, también siento que quemar iglesias en protesta también es un crimen, y debería ser perseguido con la misma firmeza.
Bill Petruniak, Amherstburg
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