Donald Trump y sus abogados bombardearon a los funcionarios estatales republicanos con llamadas telefónicas mientras los presionaban para anular las elecciones de 2020, escuchó un comité del Congreso el martes.
Varios republicanos de alto rango en estados indecisos dijeron a los miembros del panel bipartidista que investigaba el ataque del año pasado al Capitolio de EE. UU. que habían sido llamados varias veces por el propio expresidente o por sus abogados principales después de la votación.
Algunos describieron cómo los abogados, incluido Rudy Giuliani, el exalcalde de Nueva York, les pidieron que descertifiquen los resultados de sus estados o que envíen listas falsas de electores a Washington DC en un intento de anunciar a Trump como el ganador.
Rusty Bowers, el presidente republicano de la Cámara de Representantes de Arizona, dijo que le dijo al expresidente: “Me estás pidiendo que haga algo que va en contra de mi juramento, que juré respetar la constitución, y también la constitución. y las leyes del estado de Arizona. Esto es totalmente extraño”.
Brad Raffensperger, el secretario de Estado de Georgia, entró en detalles sobre una ahora famosa llamada telefónica de 67 minutos con Trump en la que el expresidente lo instó a “encontrar 11.780 votos”.
Raffensperger describió cómo le había dicho repetidamente a Trump que sus afirmaciones de fraude electoral eran incorrectas, pero dijo que el presidente no escuchó e incluso se negó a ver las pruebas que, según Raffensperger, ayudaron a probar su caso.
Trump y sus abogados presionaron a los funcionarios para que rechazaran los resultados de las elecciones como parte de un plan para que lo declararan falsamente ganador de las elecciones de 2020. La campaña de presión formaba parte de lo que los miembros del comité dijeron anteriormente que era un intento de golpe de estado por parte del ex presidente.
“Esta campaña de presión generó llamadas y mensajes de texto enojados, protestas armadas, intimidación y, con demasiada frecuencia, amenazas de violencia y muerte”, dijo el miembro del comité Adam Schiff, refiriéndose a los relatos de los funcionarios estatales sobre el comportamiento amenazante de los electores que creían que las elecciones habían sido robadas. .
El plan de Trump se basó en el arcano sistema de certificación de las elecciones presidenciales de EE. UU., que requiere que los estados elijan listas de electores que presentarán oficialmente sus resultados al Congreso en Washington DC.
El expresidente presionó a los funcionarios estatales para que eligieran listas “alternativas” de electores que lo declararan ganador incluso en los estados donde había perdido la votación. Cuando se negaron, su campaña reunió equipos de electores falsos para presentar sus resultados de todos modos.
Los miembros escucharon a Cassidy Hutchinson, ex asistente del jefe de gabinete de Trump, Mark Meadows, quien dijo que el asesor legal de la Casa Blanca consideró que el esquema era ilegal.
Schiff dijo: “Los legisladores estatales fueron señalados. También lo fueron los funcionarios electorales en todo el estado, incluso los trabajadores electorales locales que hacían su trabajo diligentemente fueron acusados de ser criminales y sus vidas cambiaron”.
Varios testigos describieron haber recibido amenazas de muerte luego de ser atacados por el expresidente.
En una aparición cargada de emociones, Wandrea Moss, que era funcionaria electoral en Georgia, les dijo a los miembros del comité que apenas había salido de su casa desde que Trump comenzó a afirmar que ella y su madre eran parte de una conspiración para defraudar a los votantes.
Los partidarios de Trump atacaron a Moss y su madre, Ruby Freeman, después de que el entonces presidente y Giuliani comenzaran a afirmar falsamente que habían alimentado ilegalmente votos fraudulentos a través de las máquinas de votación.
“No quiero ir a ningún lado”, dijo a los miembros del comité. “Cuestiono todo lo que hago. Ha afectado mi vida de manera importante, en todos los sentidos, todo por las mentiras y por hacer mi trabajo”.
En un testimonio en video, varios republicanos a nivel estatal describieron cómo Trump o sus allegados también habían publicado su información de contacto en un intento de aumentar la presión pública sobre ellos.
Mike Shirkey, el líder de la mayoría republicana en el Senado de Michigan, dijo a los miembros que recibió una lluvia de mensajes después de que Trump tuiteó su número de teléfono personal. “Todo lo que recuerdo es que recibí casi 4,000 mensajes de texto en un corto período de tiempo llamando a tomar medidas”, dijo.
“[They were saying] “Escuchamos que la gente de Trump está llamando y pidiendo cambios en los electores y ustedes pueden hacer esto”. Bueno, ya sabes, estaban creyendo cosas que no eran ciertas”, agregó.