El acalorado debate sobre el clima en Dinamarca

Más de la mitad de los votantes daneses no conocen a los candidatos al Parlamento Europeo. En ausencia de grandes nombres políticos en las urnas, las elecciones europeas de este año se convertirán en una lucha de poder en gran medida simbólica entre los numerosos partidos daneses. Para el gobierno cada vez más impopular de Dinamarca, las elecciones son una votación de mitad de período. Después de reformas controvertidas, la coalición mayoritaria tendrá que enfrentarse a los votantes.

Para sorpresa de muchos, los socialdemócratas no optaron después de las elecciones por el esperado gobierno minoritario de izquierda progresista y respetuoso con el clima, sino que unieron fuerzas con Venstre, el mayor partido liberal, y con los moderados, un partido escindido de Venstre, que se perfila como una pragmática mezcla “púrpura”. Desde entonces, el gobierno ha luchado por justificar su existencia. El primer gran enfrentamiento del gobierno centrista se produjo en 2023, cuando abolió el Día de la Ascensión en un intento de aumentar la oferta laboral. Esto provocó manifestaciones generalizadas y fue criticado por la mayoría de los partidos y sindicatos de la oposición. Desde entonces, las encuestas de opinión han sido desalentadoras para los partidos gobernantes, los cuales sufrieron pérdidas importantes.

Además, a pesar de muchas promesas verdes, el gobierno ha sido bastante tibio a la hora de abordar la crisis climática. Aunque Dinamarca se ha ganado una buena reputación como país “respetuoso con el medio ambiente”, el debate nacional es bastante acalorado. El Consejo Danés sobre el Cambio Climático, un organismo independiente de expertos, ha criticado repetidamente la falta de acción del gobierno. Recientemente ha surgido un debate sobre si la agricultura, como otras industrias en Dinamarca, debería pagar un impuesto sobre las emisiones de CO2. El sector agrícola es responsable de aproximadamente un tercio de las emisiones totales de CO2 de Dinamarca. Esto provocó inmediatamente protestas de los agricultores. El gobierno ha pospuesto las negociaciones.

Esto deja sin resolver uno de los mayores debates políticos de Dinamarca mientras se acercan las elecciones europeas. Sin duda una situación que la oposición intentará aprovechar. El gobierno tendrá que volver a explicar cómo su mezcla de rojo, azul y violeta puede convertirse en verde.