Francia ha llamado a sus embajadores en los Estados Unidos y Australia en lo que equivale a una rabieta por la asociación estratégica recientemente anunciada que une a los EE. UU. Con Australia y el Reino Unido. Críticamente, significa echar a pique un acuerdo según el cual Francia proporcionaría submarinos convencionales a Australia por otro según el cual Estados Unidos proporcionaría submarinos nucleares a Australia. Como gran potencia, Estados Unidos puede hacer y proporcionar lo que Francia simplemente no puede. Y a medida que aumentan las tensiones en el este de Asia, Australia siente que necesita algo real.
Esto se debe en parte a la pérdida de un acuerdo de armas, pero parece más un ataque de resentimiento por el hecho de que Francia se enfrente a la realidad de que, de hecho, ya no es una gran potencia o una potencia del Pacífico. La mayoría de la gente se ha dado cuenta de esto durante décadas. Todo el polvo es a la vez profundamente estúpido y, sin embargo, se siente mucho más trascendental y significativo que la escasez de la controversia real. Parece uno de esos momentos en los que todo el firmamento mundial cambia, aunque el detonante es risible, el orgullo herido de un país que no se ha enfrentado a la década de 1950.