La costa de RS vive una temporada forzada

FABIO VICTOR
TORRES, RS (FOLHAPRESS)

A primera hora de la tarde de este martes (7), la profesora Ercilda Dimer, de 56 años, llegó al salón parroquial de la iglesia de Santa Luzia, en el centro de Torres, en la costa de Rio Grande do Sul, en busca de algunos artículos. de ropa.

“Me fui solo con la ropa que llevaba puesta”, explicó. El día anterior tuvo que abandonar apresuradamente Porto Alegre, donde vive con su marido y dos gatos. Alquilaron un apartamento de vacaciones en el último momento, pidieron un Uber y pasaron seis horas en un viaje que normalmente dura menos de dos.

Fue una parada más en un viaje que comenzó la semana pasada, cuando las aguas comenzaron a invadir el edificio donde vive, en el barrio de São Geraldo, al norte de la capital. Rescatados por un camión de la empresa de luces Ecuatorial, se dirigieron a la casa de su suegra, en Cidade Baixa. Esta vez también se inundó y los bomberos los salvaron.

Partieron hacia la casa de otro familiar, en el barrio alto de Petrópolis, y desde allí idearon un plan de fuga. No podían hacer la maleta.

Situaciones de este tipo están aumentando en las costas del estado y en la vecina Santa Catarina. En Rio Grande do Sul, hay 90 muertes confirmadas por la tragedia de las lluvias.

La familia de la diseñadora Vitória Colatto da Silva, de 27 años, siguió un itinerario similar, con el atenuante de que tienen departamento propio en Torres. También facilitó las cosas porque su casa (en Santana) y la casa de sus padres (en Mont’Serrat) no se inundaron.

Pero la empresa de su padre, en el barrio de Anchieta, podría estar bajo el agua, no lo saben. “Seguimos las indicaciones del alcalde”, dice Vitória, en referencia al llamamiento de Sebastião Melo (MDB) para que quien pueda se traslade temporalmente a la costa.

“Pero es mucha angustia. El deseo es volver lo antes posible, porque también queremos ayudar a los que se quedaron, ahora y cuando baje el agua. La sensación es que vinimos porque era lo que había que hacer”.

Comerciantes de Torres, casi en el límite con Santa Catarina, informan que este fue un inicio de semana con movimiento atípico en restaurantes y tiendas, máxime cuando estamos en pleno otoño.
El aforo en la ciudad es similar al de los días festivos y de los meses de verano, según informa el ayuntamiento. La gestión municipal dice estar siguiendo las directrices de la Defensa Civil de Rio Grande do Sul y recolectando donaciones (colchones, pañales infantiles y geriátricos, materiales de limpieza e higiene personal, linternas y embarcaciones) para enviar a Porto Alegre.

Sin embargo, la ciudad ya se prepara para recibir a las personas que lleguen sin lugar donde quedarse, si Defensa Civil lo solicita. Para ello se está adaptando la escuela municipal Alcino Pedro Rodrigues.

La profesora Ercilda, docente de la red municipal de Porto Alegre, se mostró conmovida al relatar su saga, disculpándose por confundirse a veces con la cronología de los hechos. “Nos desorganizamos emocionalmente”.

También estaba preocupada por los costes imprevistos del alquiler del apartamento y del viaje en Uber. “Soy profesora, no puedo gastarlo”.

En el centro parroquial no pudo conseguir la ropa que buscaba, aunque el lugar estaba lleno de ella, además de cestas de comida y agua. Le explicaron que se trataba de un centro de recogida de donaciones y le aconsejaron que se dirigiera a otro punto cercano, el de distribución.

Como se ha visto en todo el estado, el centro parroquial estaba dirigido por voluntarios, que organizaron todo, desde clasificar la ropa y los alimentos hasta orientar sobre el estacionamiento para quienes conducían para recibir donaciones.

En las puertas y ventanas del lugar se colocó el mismo cartel: “Donación no es disposición”.