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La herencia de la escuela alemana en el diseño contemporáneo.

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La herencia de la escuela alemana en el diseño contemporáneo.

El inicio del siglo XX representa un período único en la historia, reconocido por sus grandes transformaciones. Cuando miramos estos años, puede parecer sorprendente que, en un intervalo tan corto, se produjeran revoluciones en diferentes áreas: en imperios, industrias, ciudades, en las artes e incluso dentro de los hogares. En apenas unas décadas se moldeó una nueva forma de vida, que ha dejado efectos que persisten hasta el día de hoy. Sin embargo, un análisis más detenido revela que, como todas las transformaciones, estas “revoluciones” fueron procesos largos, que abarcaron varios años. De hecho, en la historia resulta difícil identificar los puntos de inflexión exactos, esos momentos clave en los que algo se transformó y que, a partir de ellos, el mundo cambió definitivamente. Sin embargo, hay uno de los cambios ocurridos a principios del siglo XX que podemos señalar con fecha y lugar: el 12 de abril de 1919, en la ciudad de Weimar, Alemania, se fundó la Staatliches Bauhaus, conocida simplemente como Bauhaus. fundado. Y, a partir de entonces, el mundo del diseño estableció un nuevo referente.

Edificio Bauhaus en Dessau / Foto: Creative Commons

En ese momento, la Alemania posterior a la Primera Guerra Mundial estaba luchando por reconstruirse y así recuperar su posición histórica de prominencia. Como parte de este esfuerzo, se lanzaron varias iniciativas, entre ellas la renovación de una escuela de arte en la ciudad de Weimar, proyecto liderado por Walter Gropius, reconocido arquitecto conocido por su adhesión al movimiento moderno. Así nació la Bauhaus, una escuela cuyo impacto fue tan duradero que incluso quienes no son entusiastas del diseño conocen la referencia. Pero, a pesar de su importancia y proyección, el colegio tuvo una vida breve, menos de 15 años. Así, la duda es comprensible: ¿qué pasó en ese corto período en Alemania que hizo que la Bauhaus fuera tan relevante? La respuesta, como muchas cuestiones relacionadas con la escuela alemana, es simple y directa: conceptos fundamentales eficientes.

Arquitectos, escultores, pintores, ¡todos debemos volver a la artesanía!

De las diversas ideas que guiaron a Walter Gropius y la Bauhaus, una de las más significativas fue la visión unificadora de la producción artística. Para Gropius, no debería haber distinción entre artes visuales, arquitectura y diseño. Y, para lograr ese objetivo, impulsó una mayor relación entre el artista y la elaboración manual de los objetos creados, un acercamiento entre las llamadas “bellas artes” y la artesanía, dos conceptos separados desde el Renacimiento. En el manifiesto de la Bauhaus se defendió fervientemente esta visión, afirmando: “¡Arquitectos, escultores, pintores, todos debemos volver a la artesanía!”

Walter Gropius, 1920. Foto: Creative Commons

“Deseemos, imaginemos, creemos juntos la nueva construcción del futuro, que reunirá todo en una sola forma: arquitectura, escultura y pintura que, hechas por millones de manos de artesanos, un día se elevará a los cielos como un símbolo cristalino de una nueva fe venidera”. Walter Gropius, Manifiesto de la Bauhaus

La propuesta de volver a la artesanía presentada en el manifiesto puede parecer algo sorprendente, ya que esta estética no es necesariamente el primer aspecto que asociamos con la Bauhaus. Al fin y al cabo, la escuela alemana suele vincularse a líneas simples y objetivas, más alineadas con la idea de “moderno” que con los colores y adornos propios de la artesanía tradicional. Sin embargo, en una faceta un poco menos conocida de la Bauhaus, existía el aprecio por lo manual y lo tradicional. Esta idea se relaciona con la presencia de la personalidad y visión del artista o diseñador en cada pieza creada. Con los registros de artesanía presentes en el objeto, la particularidad de cada pieza es bastante notoria. Este enfoque es evidente en muchas de las piezas creadas, particularmente por los primeros artistas de la Bauhaus como Gunta Stölzl, una de las pocas profesoras de la institución y una de sus principales expertas en tejido.

Alfombra de lana, Gunta Stölzl. Fotografía: Reproducción de archivo digital Gunta Stölzl

Sin embargo, la apreciación de la artesanía tradicional está lejos de ser un tema exclusivo de principios del siglo XX. En el diseño contemporáneo, este movimiento se repite, principalmente porque elogia la sabiduría ancestral que a menudo es olvidada por las narrativas oficiales. Además, el retorno a prácticas más tradicionales también está relacionado con una reacción a la producción industrial convencional, que a menudo explota excesivamente los recursos naturales. Esta visión está presente, por ejemplo, en el trabajo de la diseñadora Regina Misk. Como una de las principales figuras de la escena minera de Minas Gerais, Regina mezcla diseños modernos y atrevidos con técnicas ancestrales, como el tejido y el crochet. Esta combinación da como resultado obras que no se alejan, tanto visual como conceptualmente, de las creaciones que Gunta Stölz realizó hace casi 100 años.

Escultura Internos con cordones de colores – Regina Misk

La forma sigue la funcion

Una forma sencilla de comprender el alcance de la influencia de la Bauhaus es mediante un sencillo ejercicio mental: imagina una silla, una mesa y un armario. ¿Cómo los ves? Si su imagen mental representaba objetos con formas simples, una limpio y casi minimalista, por lo que también te influyó la Bauhaus. Esta estética en realidad está relacionada con uno de los lemas más famosos de la escuela alemana: la forma sigue a la función.

En la práctica, este concepto propugnaba que los objetos debían fabricarse siguiendo sólo lo esencial para que fueran bellos y funcionales, sin adornos innecesarios. Para ello, la escuela destacó la importancia de los artistas y diseñadores, personajes esenciales detrás de la creación de las piezas. Y con la facilidad de la industrialización, estos artículos podrían ser baratos y fáciles de fabricar. Así surgieron líneas limpias y minimalistas, a menudo en colores básicos como el negro, el blanco o el rojo. Esta estética, además de mantener los principios de belleza y sencillez, también era económica. Durante este proceso, muchos objetos se simplificaron al máximo, dando como resultado creaciones como el Sillón Wassily, diseñado por Marcel Breuer, uno de los principales nombres de la Bauhaus. En esta silla se ha eliminado toda la ornamentación, quedando únicamente la estructura metálica y unas tiras de tela oscura que parecen suspendidas en el aire.

Sillón Wassily, de Marcel Breuer. Foto: Museo de Reproducción de Arte Moderno – MoMA

Al mirar el Sillón Wassily podemos notar cierta familiaridad. Sin embargo, esta sensación no se debe a la repetición del modelo, sino a la difusión de su concepto: un objeto despojado de cualquier exceso, en el que sólo lo esencial es visible a través de líneas bellas y armoniosas. En el Sillón Nouveau, creado por Estúdio Parrado, vemos un claro homenaje a estos ideales. Según los diseñadores, la intención detrás de la pieza fue rescatar líneas y curvas, resaltando la estética, pero también uniéndola con la racionalidad a través del uso consciente de los materiales, evocando así los principios de belleza, simplicidad y utilidad de la Bauhaus. Pero no sólo en el diseño de muebles se aplican estos ideales. La búsqueda de un diseño simple, eficaz y funcional es uno de los pilares fundamentales para los diseñadores digitales y desarrolladores de software, demostrando que los conceptos de la escuela alemana están presentes incluso en las creaciones más recientes.

Sillón nouveau, Estúdio Parrado. Foto: Reproducción

Transformaciones dentro y fuera de las viviendas

Edificio Bauhaus en Dessau. Foto: Creative Commons

La Bauhaus no se limitó a influir únicamente en objetos y muebles. Al fin y al cabo, uno de los conceptos centrales de la escuela alemana era precisamente la visión unificada de las artes, con diferentes especialidades trabajando juntas. Como resultado, la arquitectura ha sido uno de los campos más transformados. Durante el período en el que surgió la escuela, Europa afrontaba las consecuencias de la Primera Guerra Mundial, con muchas ciudades devastadas y necesitadas de reconstrucción para albergar a una población afectada por el conflicto. Además, la revolución industrial trajo nuevos materiales a la construcción civil, como el hormigón, el acero y el vidrio, sustituyendo los antiguos diseños de piedra, mampostería y madera. Los principios de sencillez, claridad y belleza se trasladaron así a la arquitectura, dando lugar a fachadas equilibradas y armoniosas, con colores simples y sobrios, en contraste con las excesivas ornamentaciones y detalles del pasado. La Bauhaus, junto con otros nombres, como Le Corbusier, moldeó lo que conocemos como “arquitectura moderna”, una estética que se extendió por las ciudades, manteniéndose relevante hasta el día de hoy a través de edificios icónicos, como el edificio del Museo de Arte de São Paulo. MASP. Este nuevo enfoque no sólo transformó los interiores de las casas, sino que también rediseñó el paisaje urbano. A día de hoy, los edificios que adoptan un diseño “limpio”, con líneas rectas, mucho vidrio y hormigón, siguen estando directamente influenciados por la Bauhaus.

Edificio MASP, en São Paulo. Foto: Creative Commons

La mayor influencia: la forma de pensar.

Más que una simple escuela, la Bauhaus se convirtió en una “escuela de pensamiento” que trascendió sus propias fronteras, llegando a instituciones de todo el mundo. Esto se debe, entre otros factores, a que la enseñanza en la Bauhaus valoraba, de forma única hasta entonces, la libertad y las vanguardias. Los estudiantes se vistieron de manera informal, hablaron abiertamente con sus maestros e intercambiaron ideas de manera colaborativa. En todas las actividades hubo un espíritu libre y lúdico, y tanto profesores como alumnos mantuvieron un ambiente relajado. Estos elementos marcaron una ruptura con las reglas tradicionales de etiqueta y comportamiento en la educación artística, creando una nueva identidad para las escuelas de arte que todavía se refleja con fuerza en la actualidad. A partir de la Bauhaus, estudiar arte pasó a estar relacionado con experimentar, jugar y atreverse. Sin embargo, este ideal libertario fue precisamente la causa de la corta historia de la escuela alemana. El gobierno totalitario que llegó al poder en el país durante este período vio con sospecha el espíritu experimental de la Bauhaus y a menudo amenazó con cortarle la financiación. La intención de hacer que el acceso a diseños de calidad sea un derecho de todos tampoco cayó bien, por lo que en 1933 el gobierno nazi ordenó el cierre de la Bauhaus, calificándola de “degenerada”.

Fotografía de jóvenes estudiantes de la Bauhaus, 1927. Foto: Archivo Bauhaus

A pesar de haber existido sólo 14 años, la influencia de la Bauhaus no pudo ser restringida por gobiernos totalitarios. Sus ideales de libertad, experimentación, aprecio por la artesanía, sencillez, belleza y uso consciente de los materiales se difundieron de manera duradera, transformando permanentemente el arte, el diseño y la arquitectura. Su legado se puede encontrar en nuestros hogares, muebles, escuelas y ciudades. Para comprobar esta influencia, podemos proponerte un reto: la próxima vez que compres un mueble o un elemento de decoración, ya sea en una tienda física o online, fíjate en los objetos expuestos. Presta atención a las líneas, colores y elección de materiales. Intenta notar cuáles de esos artículos tienen influencia Bauhaus. ¡Seguramente encontrarás más de un resultado en esta breve búsqueda!

2024-05-08 04:02:31
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