Lyudmila Navalnaya y Alla Abrosimova, madre y suegra del líder de la oposición rusa Alexei Navalny, estuvieron entre los dolientes que llevaron flores a su tumba en Moscú el sábado, un día después de que miles de personas convirtieran su funeral en una de las mayores demostraciones recientes de disentimiento.
La policía mantuvo una fuerte presencia en el cementerio, pero la situación estaba en calma, informó el canal de televisión independiente ruso Dozhd (Lluvia).
“La policía dejó pasar a quienes deseaban despedirse del político y no apresuró a nadie”, escribió el medio en la aplicación de mensajería Telegram, citando a uno de sus lectores en el lugar.
Dozhd también informó que en varias ciudades rusas se habían destruido “monumentos espontáneos” a Navalny. Se retiraron flores en ciudades como San Petersburgo y Voronezh, dijo.
Bajo una fuerte vigilancia policial, miles de personas se despidieron el viernes de Navalny después de su muerte aún inexplicable hace dos semanas en una colonia penal del Ártico. Las multitudes que se agolparon para honrar a Navalny frente a una iglesia y un cementerio en un suburbio nevado del sureste de la capital corearon consignas a su favor y contra el presidente ruso Vladimir Putin y la guerra en Ucrania.
La policía no actuó contra ellos, pero al menos 106 personas fueron detenidas en eventos en toda Rusia en memoria de Navalny, dijo OVD-Info, un grupo de derechos humanos que rastrea los arrestos políticos. Dijo que la mayoría fueron detenidos mientras intentaban depositar flores en monumentos dedicados a las víctimas de la represión soviética.
Navalny fue enterrado después de una breve ceremonia ortodoxa rusa, con grandes multitudes esperando afuera de la iglesia y luego acudiendo a la tumba fresca con flores.
La viuda de Navalny, Yulia, no fue vista en el funeral. Ella ha prometido continuar su trabajo y le agradeció con cariño por “26 años de absoluta felicidad”.
El funeral se produjo tras una batalla con las autoridades por la liberación de su cuerpo. Su equipo dijo que varias iglesias de Moscú se negaron a celebrar el funeral del hombre que hizo una cruzada contra la corrupción oficial y organizó protestas masivas. Muchos líderes occidentales culparon de la muerte al líder ruso, acusación que el Kremlin rechazó airadamente.