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La última entrevista de Marília Gabriela

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La última entrevista de Marília Gabriela

En el escenario del Teatro Unimed, en São Paulo, la silueta de un cuerpo alto, delgado y con cabello rizado aparece a contraluz, y la mayoría de los espectadores ven allí, en las sombras, la figura de la periodista y presentadora Marília Gabriela.

No, no se trata de ella.

Quien recibe la luz del foco, segundos después, algo tambaleante y con una peluca rubia, es el actor, escenógrafo y vestuarista Theodoro Cochrane, su propio hijo, un caso en el que el parecido físico no requeriría ninguna prueba de ADN.

La primera escena del espectáculo. La última entrevista de Marília Gabrielaescrita por Michelle Ferreira y dirigida por Bruno Guida, advierte lo que se avecina y cómo el público puede afrontar los próximos 75 minutos.

Casi nada de lo que se verá debe tomarse tan en serio porque, aunque no lo parezcaMarília y Cochrane interpretan personajes inspirados en la relación de madre e hijo, en este caso, la de ellos.

En la literatura, la autoficción se ha puesto de moda, impulsada por la consagración de la escritora francesa Annie Ernaux, ganadora del Premio Nobel de Literatura el año pasado. El género, caracterizado por desdibujar los límites entre ficción y realidad, ha sido explorado durante mucho tiempo en el teatro y, para comprender mejor La última entrevista de Marília Gabrielaes bueno saber que este es el terreno que están pisando.

Todo se construyó a partir de las conversaciones de Michelle con los protagonistas. El autor, sin embargo, prescinde del compromiso con la verdad y sitúa al dúo en un choque devastador. El estudio de televisión se transforma en un ring de boxeo y, en el papel de entrevistadora, Cochrane acorrala a Marília en un juego escénico que siempre reflexiona sobre cuánto fracasó como madre.

Pesado, ¿no? Bastante. Por tanto, la escena inicial es importante para deconstruir la historia. Marília es parte de esa primera generación de mujeres que dijeron adiós a la sumisión y pudieron ser lo que quisieran –y quien quiere serlo todo… se equivoca en algunas cosas.

Se muestra vanidosa cuando escucha de boca de su hijo que ella es la mejor entrevistadora del país, casi llora cuando habla de su culpa por estar ausente en tantas ocasiones y, de paradoja en paradoja, se enoja cuando la acusan de responsabilidades de las que quiere escapar. “¡Mi mayor fracaso eres tú! ¿No querías la verdad? Ya llegó”, grita, en el colmo de su irritación.

El actor/hijo/entrevistador provoca incansablemente a la actriz/madre/entrevistada. “No soy nada, a lo sumo, soy el hijo gay, deprimido y fracasado de Marília Gabriela”, dice, para luego agregar que “el árbol proyecta una sombra tan inmensa que ni tú mismo puedes soportarla”.

En un momento dado, ella decide enseñarle a hacer una buena entrevista y, finalmente, los dos cambian de piel en un inusual juego de espejos. Marília interpreta a Cochrane y él se hace pasar por ella.

En una gran burla del teatro contemporáneo –en el que todo es posible– el actor dice que su colega es incapaz de memorizar sus diálogos y, por ello, representa la obra con el texto en la mano para superar su débil memoria.

Debe ser verdad. Marília no oculta que lee toda la obra, algo que puede ser criticado, capaz de debilitar la actuación, pero, incorporado a esta serie de ironías, no perjudica la marcha de la producción. “Envejecer es una mierda”, explica ella, que el día 31 cumplirá 76 años.

Como socios, el director Bruno Guida y la autora Michelle Ferreira están en sintonía con un lenguaje moderno sin ser pedantes y tienen en su currículum un hermoso ejemplo de cómo aliviar o incluso hacer divertido un tema doloroso. es su monólogo Bárbaroprotagonizada por Marisa Orth basada en el libro La Saideirasobre las luchas del alcoholismo que enfrenta la periodista Bárbara Gancia.

em La última entrevista de Marília Gabriela, el talentoso dúo escapa de cualquier trampa que pueda llevar la obra al psicodrama o al lavado de ropa sucia. Para ello, extraen de los actores lo mejor que pueden hacer: poner en escena lo creíble y hacer que el espectador persista en dudar de lo real o imaginario.

“¿Crees que eres una buena actriz?”, pregunta Cochrane. Marília duda, intenta desviar, pero responde, reforzando el sarcasmo. “Soy bastante estudiosa, trabajadora, creo que tengo presencia”, dice, utilizando tópicos que los profesionales seguros de sí mismos nunca utilizarían.

Desde el año 2000, cuando debutó en los escenarios en Esperando a Beckettbajo la dirección de Gerald Thomas, Marília es un caso de perseverancia para ver y ser vista como actriz.

En teatro, también estuvo liderada por otros directores con los que cualquier artista soñaría trabajar, como Aderbal Freire-Filho (1941-2023), Antônio Abujamra (1932-2015), Jorge Takla y Ulysses Cruz.

Su momento artístico más significativo, sin embargo, llegó en Casa de muñecas – Parte 2recreación gratuita del dramaturgo estadounidense Lucas Hnath del clásico de Henrik Ibsen (1828-1906) sobre la emancipación femenina.

En la obra, dirigida por Regina Galdino en 2018, Marília interpretó a Nora, la mujer burguesa de finales del siglo XIX que, tras dejar atrás a su familia, regresa a casa para pedir la firma de su marido en el divorcio. En la que fue su séptima incursión en los escenarios, se topó, por primera vez, con un personaje cuyos conflictos repercutieron en su propia experiencia y pusieron sus deseos –como mujer, como madre, como profesional– al servicio de un papel. .

Casa de muñecas – Parte 2 Debió darle confianza a Marília exponerse a su talón de Aquiles, la crítica de que no podía liberarse de ser su propio personaje.

em La última entrevista de Marília GabrielaPor lo tanto, representa la propia identidad y una explicación podría ser el amor por el hijo. Actor con sólida base teórica, graduado en la Escuela de Arte Dramático de la USP y premiado como diseñador de vestuario, a sus 45 años nunca se destacó como intérprete. La última entrevista puede ser con Marília, pero el protagonista es, sin duda, Cochrane. Es tu personaje, lleno de matices, quien centraliza la acción y desencadena los conflictos.

El mensaje del espectáculo se basa íntegramente en matices de la maternidad asociados al universo teatral. Amor, entrega, desinterés, sacrificio, sufrimiento, resentimiento, sentimiento de fracaso, todo impregna el texto de Michelle.

En el resultado, dos analogías conectan el duelo del dúo y su relación con el arte. En uno de ellos, sale a la luz una historia de la infancia de Marília y de su relación con su madre, marcada por la frialdad – “una mujer a la que nunca le he visto los dientes”.

En la otra, la actriz dice que esta podría ser su última entrevista, pero que al día siguiente estará nuevamente ahí, en el escenario, teniendo la oportunidad de repetir la obra y, quién sabe, hacerlo mejor.

Repetir, repetir, repetir, con el objetivo de superar los errores y lograr un buen resultado: la búsqueda permanente de artistas y madres. Al menos en el escenario, Marília y Cochrane triunfaron.




Dirceu Alves Jr.




2024-05-26 06:16:48
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