Los dos principales candidatos en las elecciones presidenciales del lunes ofrecen a los votantes filipinos una dura elección: el vicepresidente del país que ha servido como control del presidente Rodrigo Duterte frente al vástago de la familia política más controvertida de Filipinas.
Leni Robredo, quien fue elegida por separado de Duterte, es una crítica abierta del presidente y blanco frecuente de sus insultos. Ella está en las encuestas un segundo lejano detrás del favorito, Ferdinand Marcos Jr., el único hijo y homónimo del ex dictador.
Pero quizás la mayor sorpresa en esta elección ha sido la oleada de apoyo a la Sra. Robredo de la “Generación Z” y miles de millennials. Muchos de sus seguidores votan por primera vez o son demasiado jóvenes para votar.
La Sra. Robredo, la viuda de un ministro de gobierno que murió en un accidente aéreo en 2012, ha hecho comparaciones a Corazón Aquino, la expresidenta del país que asumió el cargo tras el asesinato de su esposo, Benigno Aquino, y la gran revuelta del “Poder Popular” que derrocó al régimen de Marcos.
Pero la Sra. Robredo, quien se desempeñó como congresista y trabajó como abogada y economista, tiene más experiencia política que la Sra. Aquino. En 2016, venció al Sr. Marcos por poco para ganar la vicepresidencia. La Sra. Robredo ha prometido detener las ejecuciones extrajudiciales en la violenta guerra contra las drogas supervisada por el Sr. Duterte.
En una entrevista, Tricia Robredo, una de las hijas de la Sra. Robredo, dijo que su madre se había mostrado renuente a postularse porque le había dicho a su familia que no volvería a postularse para un cargo. “Era una promesa para sus hijas y el objetivo más grande, que es evitar que un Marcos vuelva a ser presidente”, dijo la joven Robredo. “Creo que esas eran las cosas que pasaban por su cabeza”.
Pero cuando nadie emergió como candidato unificador de la oposición para enfrentarse a Marcos, lanzó su nombre al ruedo a fines del año pasado.