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más fuerte que gabriel attal

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más fuerte que gabriel attal


ISu nombre era Guillermo. Apellido: Pitt. Apodo: El Joven. No tanto porque fuera nombrado Primer Ministro de la Corona británica a una edad que haría el nuevo inquilino de Matignon por un viejo lobo, sino porque venía después de su padre, también llamado William Pitt, antiguo titular del cargo, y que por tanto tenía derecho al apelativo de Elder. William Pitt el Joven se convirtió en Primer Ministro de la primera potencia mundial a la edad de 24 años. Listo Gabriel Attal ya vencido al golpe…

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Alguna evidencia explica este historial de precocidad. Un síndrome de Obelix: William había caído muy joven en la olla del poder. Cuando nació, su padre* estaba a cargo de los asuntos coloniales en la Guerra de los Siete Años contra Francia. Será uno de los primeros grandes servidores del rey Jorge III al que más tarde llamará hijo. Por parte de su madre, su tío también se desempeñó como Primer Ministro.

Sin embargo, la edad del solicitante es la comidilla de la ciudad. Comienza una canción infantil que se burla de la imprudencia del rey al haber confiado las llaves del reino “a un colegial”. Un brillante colegial que ingresó en la Universidad de Cambridge a los 14 años, abogado a los 20, que dio sus primeros pasos en política a los 21 en la Cámara de los Comunes. “Su padre le enseñó a hablar desde muy joven, su discurso inaugural y su bautismo de fuego en la Cámara de los Comunes dejaron un recuerdo inolvidable”, confiesa Edmond Dziembowski, que publicó una biografía de los dos Pitt.

Tres años más tarde, se convirtió en el principal colaborador del rey, quien lo apoyó en las buenas y en las malas. Cuando ascendió a este puesto, se predijo que tendría una vida útil muy limitada. ¿Pasar el invierno? No lo crees. Sin embargo, permaneció en el poder durante diecisiete años seguidos, hasta 1801.

William Pitt, algunos paralelismos con Gabriel Attal

Político formidable, supo, a pesar de su corta edad, debilitar a su principal oponente, Fox, en el seno del partido Whig, el partido reformista que se oponía a la omnipotencia de un rey todavía dominante. Sin embargo, no es un joven ambicioso con dientes largos. Rechazó dos ofertas del soberano antes de ceder a su insistencia: “El rey, que quería deshacerse de su mayoría, no tenía a nadie a mano, lo tomó por defecto, pero lo considera como un niño”, analiza Edmond. Dziembowski.

Y para resaltar algunos paralelismos con la situación de Gabriel Attal: “William Pitt, al principio, no tenía mayoría: tuvo que lidiar con veteranos que apenas lo respetaban, gobernar con votos hostiles; los diputados gritan porque no dimite. Es el primero que se atreve a mantener su posición de esta manera, está jugando la carta de agotar a la oposición. Es cierto que tiene consigo a la opinión pública, porque encarna la renovación, el deseo de reforma, la lucha contra la corrupción y la oligarquía. »

Un año más tarde, habiendo obtenido el derecho a disolver la Cámara de los Comunes, obtuvo una cómoda mayoría. “Pudo sacar a Inglaterra de una de sus crisis políticas más graves. » Su longevidad lo convertirá, en la historia inglesa, en el verdadero constructor del cargo de Primer Ministro. “Fue en la década de 1790, al establecerse entre sus ministros y el rey, que inauguró una nueva función en un momento en que el rey sufría sus primeros ataques de locura. »

Los primeros billetes

Apenas estudiamos la historia de nuestros vecinos del otro lado del Canal. Pero quienes están familiarizados con Bonaparte recuerdan que William Pitt el Joven fue uno de sus feroces adversarios. Heredó de su padre una desconfianza radical hacia Francia y su poder, acelerando constantemente el fin de la guerra de independencia con Estados Unidos para reactivar el comercio y controlar su política financiera. Para proteger las reservas de oro, lanzó los primeros billetes. Para estabilizar los ingresos, introdujo el impuesto sobre la renta. “Ataca el contrabando, las sinecuras administrativas, reorganiza el sistema de deuda. En 1783, Inglaterra, arruinada por la guerra con los Estados Unidos, experimentó problemas financieros mucho más graves que Francia; en 1789 ocurrió todo lo contrario. »

Con sus finanzas saneadas y fortalecidas, Inglaterra podrá afrontar en mejor posición el gran conflicto con Francia que la ocupará durante veinte años. Éxitos que deseamos al nuevo Delfín del Elíseo.

A partir de 1789, Francia se convirtió en el gran negocio de William Pitt. Hasta entonces se había llevado bien con ella y con Necker, pero ante los éxitos militares de las tropas revolucionarias en Bélgica –Jemmapes– le declaró la guerra en 1793. En París circulaban los rumores más descabellados: William Pitt había enviado espías a desestabilizar la revolución. “Tanto es así que la Convención, por decreto, lo designa “enemigo del género humano”. » Cualificación que uno no le desearía ni al más feroz… enemigo.

Cuando surgieron movimientos republicanos en Inglaterra, su gusto por las reformas no le impidió reprimirlos con mucha firmeza. Convencido de que el conflicto contra Francia se ganaría rápidamente, entró en acción de puntillas, prefiriendo la guerra económica, donde intentó en vano apoderarse de las islas y puestos comerciales franceses. En 1797 inició conversaciones de paz en Lille, pero el golpe de Estado de Fructidor 18 las hizo fracasar.

Bebedor muy temprano

Los resultados no estuvieron exentos de sombras. No logró reformar el Parlamento, ampliar la base del sufragio ni prohibir la práctica de la esclavitud a la que se había opuesto. Después de haber conseguido la unión entre Inglaterra e Irlanda -tras la terrible revuelta de 1798-, su tolerancia, considerada demasiado grande por el rey, hacia los católicos le valió su destitución por parte de un soberano a veces comprensivo. Cuando regresó al poder en 1804, el niño prodigio inglés vio que su suerte lo abandonaba: hay que reconocer que tuvo que enfrentarse a Napoleón en el apogeo de su genio militar. Trafalgar pesa poco en comparación con Austerlitz, que, según Dziembowski, supuso un “verdadero shock para Pitt y superó su ya debilitada salud”. A decir verdad, bebía hasta secarse (los caricaturistas se divertían), habiendo sido también, en términos de alcoholismo, un modelo de precocidad. “Al caer enfermo siendo niño, el médico le recetó beber varios vasos de oporto al día, adicción que degeneró. » Murió en el trabajo a los 46 años. Moraleja de la historia: la política, sea cual sea la época, desgasta rápidamente a su hombre.

* El historiador Edmond Dziembowski acaba de dedicarle un capítulo en el colectivo Grandes diplomáticos, maestros de las relaciones internacionales, desde Mazarino hasta nuestros días, bajo la dirección de Hubert Védrine (ed. Perrin).


2024-01-14 12:58:00
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