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Senta Berger lamenta la pérdida de un gran amor

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Senta Berger lamenta la pérdida de un gran amor

A veces en la vida hay esos momentos felices en los que todo encaja. Para Senta Berger y Michael Verhoeven debió ser el rodaje de la comedia “Jack and Jenny” en 1963. Porque actuar juntos en el set de filmación -incluida la escena del beso- se convirtió en un amor profundo que duraría más de 60 años. Decir adiós debe ser ahora aún más difícil. Michael Verhoeven falleció el lunes tras una breve y grave enfermedad, según anunció la familia del cineasta en Múnich.

“Se ha perdido un mundo. Es inimaginablemente doloroso”, dijo el director Simon Verhoeven. En unas semanas, el 13 de julio, el encantador director, productor y actor con una gran curiosidad por la vida y las otras personas habría cumplido 86 años. Mucho tiempo, pero no como se sintió Verhoeven el verano pasado con motivo de su gran cumpleaños. “Qué cortos son 85 años y qué rica y plena fue y es mi vida”, dijo en ese momento.

No tengas miedo de la controversia

De hecho, el berlinés era una de esas personas incansables, también porque les apasiona su causa. En el caso de Verhoeven, fue un espíritu crítico y una mente aguda lo que lo impulsó y a menudo le permitió abordar proyectos cinematográficos difíciles, deprimentes y, a menudo, controvertidos. Por ejemplo, su drama pacifista “OK” sobre la violación de una niña por soldados estadounidenses en Vietnam. En 1970, la película provocó una acalorada controversia y el Festival de Cine de Berlín fue cancelado. Aún así recibió el Premio Federal de Cine.

El nacionalsocialismo como un gran tema

El cineasta habló repetidamente de Alemania durante la era nazi. Su propio padre, el actor y director Paul Verhoeven, realizó películas de entretenimiento durante la era nazi. “Eso fue un problema para mi padre, simplemente no veía ninguna culpa en ello. “De hecho, consideró una gran suerte poder hacer comedias y películas musicales, mientras que otros tenían la tarea de hacer películas de resistencia”, dijo una vez Michael Verhoeven a Deutschlandfunk.

Sin embargo, la familia confió en la apertura. “Mis padres estaban muy atentos y también muy críticos; todo se discutía en la mesa”, describió una vez Verhoeven. En la escuela era diferente: “En las clases de historia todo se mantenía en silencio. Terminé la escuela secundaria en 1957 y no llegamos al Tercer Reich, nos quedamos en la República de Weimar”.

Verhoeven quiso romper este silencio, por ejemplo con la película de 1982 “La rosa blanca” sobre Sophie Scholl y el grupo de resistencia contra los nazis. “Quería esta mirada a la historia alemana y sentí la necesidad de que no se quedara simplemente en los libros”, explicó el director. A esto le siguió en 1990 la premiada sátira “La chica terrible” sobre el intento de encubrir los crímenes nazis, que también atrajo la atención internacional e incluso fue nominada al Oscar.

¿Medicina o actuación?

Verhoeven se convirtió en una voz importante en el cine alemán, pero que casi no se escuchó. Para horror de su padre, comenzó a estudiar medicina cuando era joven. “¿Cómo puedes tú, si tienes oportunidades como actor y te buscan, querer ser médico? “Eso es un paso en falso total”, dijo Verhoeven, describiendo su reacción.

Pero el temor era infundado. El hijo se hizo médico, pero también continuó como actor y más tarde como director y productor. Y así surgió aquel rodaje en 1963. Conocía a Senta Berger y ya la había conocido en la Berlinale de 1960. Ahora volvió a ver a su colega, que estaba a punto de empezar en Hollywood. ¿Y debería besar a esta mujer vivaz y atractiva delante del equipo de filmación? “Me gustaba y por eso no podía besarla”, admitió Verhoeven. Pero había que hacerlo y a ambos les quedó claro: “Entonces éramos pareja”.

Felicidad familiar con amor sin escándalos.

Verhoeven siguió a Berger a Estados Unidos y trabajó durante algún tiempo como médico en Boston. Con el tiempo ambos regresaron a Múnich, donde nacieron sus hijos Simon y Luca. La pareja también se unió profesionalmente y fundó Sentana Filmproduktion, que produjo, entre otras cosas, la serie de entretenimiento de ZDF “The Fast Gerdi”, con Senta Berger como taxista de Munich.

¿Sin escándalos y sólo un cielo lleno de violines? No del todo, como dejó claro una vez Senta Berger: “La vida cotidiana desgasta a cada pareja, siguen surgiendo pequeñas cosas ridículas, aunque sepas que no puedes cambiar a la otra persona”. Pero eso no sacudió los cimientos de la relación. “Nos encontramos. Parece que estábamos hechos el uno para el otro”, afirmó Berger con confianza.

Parece que en Grünwald reinaba un ambiente abierto, cálido y con una buena cultura del debate. Esto también lo sugieren las palabras de despedida de Simon Verhoeven a su padre: “Era nuestro héroe sin querer serlo. Mi madre y él recorrieron juntos su camino durante más de 60 años. Él era toda su felicidad y ella era la suya”.

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