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En teoría, el invierno más cálido y corto abre nuevas posibilidades para el jardín, permitiendo que los paisajes cobren vida con cosas como el mal llamado cerezo en flor de otoño, hamamelis, camelias, albaricoques japoneses en flor y campanillas de las nieves. Sin embargo, los días cálidos seguidos de heladas hacen de este un juego arriesgado.