Se debe evitar tomar ibuprofeno, un medicamento de venta libre ampliamente utilizado, para tratar el dolor de espalda si no se quiere que se vuelva crónico, según un estudio realizado por investigadores de Montreal en colaboración con colegas internacionales.
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Cuando una persona trata su dolor agudo con ibuprofeno (Motrin, Advil y otros), alivia el dolor, pero también ralentiza el proceso de curación.
“Este tipo de medicamento, llamado antiinflamatorio no esteroideo, afecta la respuesta del sistema inmunitario, lo que puede convertir el dolor de espalda en un problema crónico más difícil de tratar”, dice Marc Parisien, bioinformático de la Universidad McGill y primer autor de un artículo sobre el tema publicado el 13 de mayo en Ciencia Medicina Traslacional.
En cuestión de días, el artículo en coautoría con otros 18 investigadores se convirtió en uno de los más discutidos de la semana en la ciencia en todo el mundo.
Varios sitios médicos mencionan que el dolor de espalda es uno de los problemas de salud más comunes y el ibuprofeno sigue siendo la receta más común.
“Quizás ha llegado el momento de repensar cómo tratamos el dolor agudo”, dijo en un comunicado el coautor del estudio, Massimo Allegri, médico clínico de Italia y Suiza.
proceso alterado
Marc Parisien nos recuerda que la inflamación es un proceso natural que protege la lesión. Cuando ocurre, se pone en marcha todo un proceso en el sistema inmunitario.
Los análisis de sangre han demostrado que los neutrófilos, esos glóbulos blancos que ayudan al cuerpo a combatir las infecciones, desempeñan un papel vital en el alivio del dolor. Presentes desde el inicio de la inflamación, no cumplen correctamente su función en presencia de fármacos.
Ya en 2018, los investigadores intuyeron que los antiinflamatorios podrían tener un efecto inhibitorio subestimado sobre el dolor agudo. El establecimiento de la metodología científica se ha retrasado por la pandemia.
Realizado en ratones, su experimentación fue lo suficientemente concluyente como para ser aplicada a humanos.
Se realizó un análisis separado con un grupo de 500 000 sujetos en el Reino Unido. Las personas que tomaron antiinflamatorios para el dolor tenían más probabilidades de experimentar dolor de dos a diez años después.