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China juega, y probablemente seguirá jugando, un papel indispensable en la investigación, el desarrollo y la demostración (RD&D) y la fabricación de tecnologías bajas en carbono que son necesarias para abordar el cambio climático. Por ejemplo, las capacidades de ampliación de China que se sustentan en las mejoras del proceso de fabricación, la optimización de la cadena de suministro y el profundo apoyo del gobierno han contribuido a reducciones sustanciales en los costos de tecnologías maduras como la energía solar fotovoltaica (PV) (1). Sin embargo, el tamaño creciente de estos sectores económicos, junto con las preocupaciones de seguridad nacional por la fuerte dependencia de China en ciertas industrias críticas, ha llevado a los responsables políticos desde Washington a Bruselas a preguntarse si cambiar de rumbo. Reconociendo que los riesgos económicos y de seguridad nacional difieren según las tecnologías y la naturaleza de la integración de un país con China, destacamos cinco riesgos principales para la integración, separados en sus implicaciones económicas y de seguridad nacional, y los aplicamos a cinco tecnologías líderes de bajo carbono: solar, viento, baterías, acero “verde” y captura y secuestro de carbono (CCS).