Las grandes marcas de consumo como Coca-Cola Co. y Delta Air Lines Inc. durante años se han posicionado como fuerzas para promover lo que consideran un bien social, un enfoque que mostraron el verano pasado después de la muerte de George Floyd.
Coca-Cola apagó su valla publicitaria en Times Square por un día. Delta llevó el cuerpo del Sr. Floyd a su familia en Houston. Las empresas con sede en Atlanta se encontraban entre las decenas de grandes corporaciones de todo el país que prometieron una serie de fondos e iniciativas para la justicia racial en medio de la agitación que desató la muerte de Floyd mientras estaba bajo custodia policial.
Ahora, los líderes empresariales se enfrentan a nuevas presiones de activistas progresistas para demostrar que esos compromisos eran más que simples palabras. A medida que los activistas presionan a las empresas para que condenen la nueva legislación electoral, los directores ejecutivos se encuentran nuevamente caminando por una línea difícil en temas emocionales y políticos, arriesgándose a un retroceso de todos los lados.
Los directores ejecutivos “se pusieron en este camino” al involucrarse en temas sociales en respuesta a sus empleados y en parte como una forma de marketing, dice Harris Diamond, ex director ejecutivo del gigante publicitario McCann Worldgroup. “Una vez que abres esa puerta, tienes que vivir por ella”.
La reciente y polémica pelea por una ley de votación dirigida por los republicanos en Georgia ha ilustrado los desafíos. Los activistas de derechos civiles presionaron a Delta y Coca-Cola para que tomaran posiciones públicas contra la ley, que los grupos han calificado de restrictiva y racista. Algunos de los propios empleados de las empresas se hicieron eco de esas preocupaciones.
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