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Revlon Inc. se declaró en bancarrota, lo que podría poner fin a una apuesta de décadas en la compañía de productos de belleza por parte de Ronald Perelman, su accionista mayoritario multimillonario.
Perelman compró Revlon en 1985 y se ganó la reputación de acudir siempre en su rescate cuando su futuro parecía sombrío, a menudo a través de préstamos de rescate o inyecciones de efectivo. Ahora se enfrenta a perder el control del negocio de los cosméticos, ya que enfrenta una gran carga de deuda, inflación, presiones en la cadena de suministro y amenazas competitivas.