Cuando los jueces federales prestan juramento, dicen: “Administraré justicia sin respeto a las personas, y haré iguales derechos a los pobres y a los ricos”. Estas palabras provienen de la Biblia y reflejan un principio clave de justicia en la tradición estadounidense, moldeada por nuestra herencia judeocristiana: la justicia no se trata de poder. Que una parte tenga razón o no en una disputa no depende de la identidad ni de la posición social de esa persona.
Durante mucho tiempo, los estadounidenses han mantenido esa idea, considerándola obvia. Una persona poderosa podría ser considerada buena o mala dependiendo de cómo acumuló y usó su poder. Una persona impotente puede ser virtuosa o mala dependiendo de cómo afrontó sus circunstancias.
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2023-11-07 22:28:00
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