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Por qué es importante el espíritu del 12 de junio de 1982

by admin
Por qué es importante el espíritu del 12 de junio de 1982

Cuarenta años, y el recuerdo es tan vívido como siempre. Era un hermoso día de primavera. La Segunda Sesión Especial de las Naciones Unidas sobre Desarme estaba a punto de comenzar y estábamos decididos a ser escuchados. La carrera armamentista tenía que parar, dijimos; las armas nucleares tenían que ser abolidas, y en lugar de invertir interminablemente cantidades extravagantes de dinero en los presupuestos militares, era hora de utilizar nuestro tesoro nacional para satisfacer las necesidades de nuestras comunidades.

Ronald Reagan fue presidente. Su administración planeaba colocar nuevos misiles nucleares de corto alcance en Europa, a pocos minutos de la Unión Soviética. Ya se habían realizado marchas masivas en contra de estos planes en las capitales de todo el continente. Era hora de que el movimiento por la paz de EE.UU. se intensificara.

Durante 18 meses, el Comité de Concentración del 12 de junio (la coalición nacional que encabeza este esfuerzo) trabajó para organizar la demostración más fuerte posible de oposición a las armas nucleares. Hubo serias luchas dentro de la coalición: ¿Deberíamos abordar el militarismo, incluida la intervención de los EE. UU., de manera más directa? ¿Cómo incluimos a más personas de color en el liderazgo de la coalición? ¿Podríamos construir una estructura que no fuera de arriba hacia abajo sino que alentase y alimentara nuevas iniciativas? Estas representaron diferencias reales dentro de la coalición y, en mi opinión, no siempre se tomaron las mejores decisiones.

La obra siguió ampliándose. A lo largo del país, grupos locales, algunos de larga data y otros creados para esta manifestación, respondieron al llamado y se convirtieron en la columna vertebral de la movilización. Unos 600 grupos corrieron la voz y organizaron caravanas de autobuses, trenes y automóviles para llevar a la gente a la marcha. Unas 5000 personas donaron sus energías para ayudar a garantizar que la experiencia del millón de personas que marcharon, y las que apenas se movieron, porque cada centímetro del centro de Manhattan estaba repleto de gente, fuera poderosa y que nuestro mensaje fuera escuchado.

A lo largo de los años, he organizado y estado en más manifestaciones de las que puedo contar. Muchos de estos jugaron papeles importantes en los movimientos sociales de su época. Y, sin embargo, el 12 de junio de 1982 se destaca no solo por su tamaño, sino también por la energía colectiva y la fuerza del mensaje, por el poder que ejercemos ese día y el ímpetu que le dio al trabajo en los años venideros.

Para ser claros: no abolimos las armas nucleares y no trasladamos el dinero del militarismo a nuestras comunidades. Pero ayudamos a mover la aguja del desarme nuclear fomentando este movimiento.

Pasarían tres años más antes de que Reagan y Mikhail Gorbachev se reunieran y sentaran las bases de lo que se convertiría en el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio. Esta fue la primera vez que Estados Unidos y la Unión Soviética acordaron reducir sus reservas nucleares, abolir toda una categoría de armas nucleares y permitir inspecciones in situ. Muchos factores llevaron a ese acuerdo, pero sin duda la movilización del 12 de junio fue uno de ellos.

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