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El mensaje de Extinction Rebellion es simple: la cumbre climática Cop26 fue una mierda, y la contribución de Australia apestaba más que nada.
El gobierno de Morrison no solo adoptó un ‘plan’ débil y no vinculante sin nuevas políticas ni mandatos, sino que también se negó a firmar compromisos globales destinados a limitar las emisiones de metano y eliminar gradualmente la producción de combustibles fósiles.
En su lugar, el Gobierno siguió aprovechando el carbón y el gas, y el principal contaminante de carbono, Santos, ocupó el centro del escenario en el pabellón de Australia en Glasgow.
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