Los fiscales de la Commonwealth están buscando órdenes de supresión en el caso del ex empleado de la oficina de impuestos Richard Boyle.
Boyle hizo sonar el silbato en 2018 sobre el uso agresivo de avisos de embargo por parte de la Oficina de Impuestos de Australia para recuperar las deudas de los contribuyentes y las empresas.
El servidor público con sede en Adelaide primero planteó sus preocupaciones internamente, luego al inspector general de impuestos y, en última instancia, a una investigación conjunta de ABC-Fairfax.
Se ha declarado inocente de 24 cargos, incluida la supuesta divulgación de información protegida y el uso ilegal de dispositivos de escucha para grabar conversaciones con otros empleados de ATO.
En un movimiento en gran medida sin precedentes, Boyle está intentando utilizar las protecciones de denunciantes de Australia para protegerse del enjuiciamiento.
El caso, que se escucha en el tribunal de distrito de Australia del Sur, es la primera prueba importante de la Ley de Divulgación de Interés Público (Ley PID). Será crucial para evaluar la solidez y la eficacia práctica de las protecciones de los denunciantes de la nación, que el nuevo fiscal general, Mark Dreyfus, está contemplando reformar.
El viernes, los fiscales del Estado Libre Asociado solicitaron órdenes de supresión.
Guardian Australia, representada por Stephen McDonald SC, intervino para oponerse a las órdenes de supresión.
El viernes, el tribunal emitió una orden provisional que restringió temporalmente cualquier detalle adicional de los argumentos presentados por los fiscales del estado libre asociado y The Guardian durante la audiencia del viernes hasta una nueva audiencia.
Boyle enfrentará un juicio si falla su defensa de la Ley PID.
Pero ese juicio no tendrá lugar hasta dentro de más de un año.
La fecha del juicio existente se anuló el viernes y se retrasó hasta octubre de 2023.
Hablando después de la audiencia del viernes, el abogado principal del Centro Legal de Derechos Humanos, Kieran Pender, dijo que no había interés público en enjuiciar a los denunciantes.
“En lugar de luchar para mantener partes del caso en secreto, el Director de la Fiscalía Pública de la Commonwealth debería retirar la acusación”, dijo. “Si eso no sucede, el fiscal general debe intervenir, tal como lo hizo en el caso de Bernard Collaery, para poner fin a esta lamentable saga. Los denunciantes deben ser protegidos, no castigados”.